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OBRAS DE LA LEY Y LEY DE CRISTO SEGUN SAN PABLO (25) que hace que los reconciliados vivan en Cristo y para Cristo: ''y murió por todos para que los que viven no vivan para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos" (2 Co 5,15, Cfr 2 Co 4,10s; Gl 2,20). Esta raíz cristológica de la ética cristiana se afirma en las breves fórmulas que dan valor a las acciones parenéticas: "os exhorto por la mansedumbre y bondad de Cristo" (2 Co 10,1); "os pido, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor que da el Espíritu" (Rm 1,30). El fundamento cristológico de las exigencias éticas lo condensa Pablo en una fórmula rica en contenido: "la ley de Cristo" (Gl 6,2). La expresión de 1 Co 9,21 "ennomos Xristou" se traduce ordinariamente "bajo la ley de Cristo", sin embargo creo que la palabra griega "ennomos" no puede traducirse así, sino de este otro modo: "residente, habitante, viviente en Cristo". Equivaldría al "ser en Cristo", una incorporación y participación en el cuerpo de Cristo (1 Co 12,13; Gl 3, 26-29). Se distinguiría, pues, de la expresión de gálatas 6,2, donde la "ley de Cristo" se identifica con el mandamiento del amor al prójimo. La ley de Cristo es la norma moral que vige para los cristianos. En el judaísmo rabínico se decía: "La Torá que aprende un hombre en este mundo es nada frente a la Torá del Mesías". Pero esta ley del Mesías no es una nueva Torá, sino el definitivo perfeccionamiento de la antigua. En contraste con la ley antigua, que es sólo letra, mera prescripción, la ley de Cristo es ley del Espíritu y lleva a cabo lo que la ley de Moisés no logró nunca realizar, a saber, la liberación del pecado y de la muerte. 41 Pablo relativiza toda ley en función de la nueva vida que nos trae Cristo: "Ya no hay un pueblo de la circuncisión frente a un mundo pagano, sino que empezó una nueva creación" (Gl 6,15). Como quiera que en Cristo mismo ha venido el nuevo Reino de Dios, la nueva creación, en él se han manifes– tado también las exigencias más radicales y absolutas del nuevo reino. De ahí que la ley de Cristo equivale al llamamiento a seguirlo, que una y otra vez hallamos en los evangelios. Tanto para Jesús como para Pablo, el seguimiento se plasma y resume en el amor a Dios y al prójimo: "Sobrelle– vad mutuamente las cargas y así cumpliréis la ley de Cristo" (Gl 6,2); "servíos por amor los unos a los otros" (Gl 5,13); ''no debáis nada a nadie, a no ser el mutuo amor" (Rm 13,8). Y así podríamos llenar páginas enteras de textos paulinos sobre la excelencia y la importancia del amor en la ética cristiana. Por eso puede decir Pablo que "quien ama al prójimo ha cum– plido la ley" porque los mandamientos (no cometerás adulterio, no ma- 41 W.D. DAVIES. El signif1cado de la ley en el Crisrianismo, Conc. 98/10 (1974) 179-190. J.M. ARRONIZ. Lev v libertad crisriana en S. Pablo, Lumen 33 (1984) 385-41 l. J. BL.\NK. Zu ire!chcr Freiheir 1111s ·Ó1ristus bejÍ'eit? Stimmen der Zeit 207 (1989) 460-472. 37

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