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A Ti llamamos los desterrados. SALVE. AÑORANZA DE ARRIBA NO sé ascender, ¡oh Santa Virgen mía! Eso es de dioses y también de aves. Y no lo soy, Quizá soy poesía con dolor y pasión: dos cosas graves. Yo no soy dios que Hene la infinita soledad de lo eterno con mi gozo; ni soy ave, que de alas necesita y dulce voz, y no tanto sÓIIozo. Mas sé entornar mi lánguida cabeza sobre materno y cálido regazo y dejarme arrullar por su terneza, y dejarme asumir en un abrazo. ¡Quiero asunción, pues ascensión me arredra! Como el aroma recostado en lumbre o en el rosal del huerto va la hiedra, así quiero subir a casta cumbre. Tú me contaste tu Asunción al cielo, y, desde entonces, todas las mañanas, veo dos blancas nubes que del suelo suben fundidas, como dos hermanas. No las conozco, pero mi alma al verlas - 77 -