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Le envolvió en una sábana y le colocó en un sepulcro. S. LUC., XXIII, 53. SOLEDAD ES noche cerrada. ¿Quieres dar estrellas con la luz del llanto a la noche negra? Cierra la ventana: no esperes que vuelva; ni así mires tanto la invisible senda. No aspires las auras que del monte llegan¡ no sea que traigan, entre alegres vueltas, del bálsamo y mirra la olorosa huella y el acerbo aroma de tu Vida muerta. No llores, ya, Virgen soledosa y tierna, que si no, las rosas y las azucenas que esta noche, a solas, con tu llanto riegas, serán pasionarias, cuando el alba vuelva. La noche está fría. Tus brazos se hielan y flácidos penden como endeble hiedra. Olvida que en torno de su cabellera ayer los plegabas con dicha materna, y El, así, en tu seno, recobraba fuerzas. Mas hoy, no tus bnizos¡ espinas le cercan, y, en vez de tu seno, una piedra yerta. Noche milagrosa en que, en vez de ciegas y nocturnas aves, golondrinas vuelan. Zumba suavemente su vuelo en la verja de tu jardincito, triste Nazarena. Mientras ellas pían, no llores ni atiendas¡ pues quizá te cuenten que en la cruz sangrienta¡ mojaron sus alas en su sangre bella -55-

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