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lerdos y aburridos, desiertos cruzaban, como el viento listos. En tanto a María y a José bendito, sólo les quedaba de incienso un granito. María acababa de dar pecho al Niño. Lo puso en la cuna, ya casi dormido, y oyó que su esposo San José le dijo: «Van cuarenta días de su natalicio». Entendió la Virgen: -Bien José. Prepara la jaula -le dijo- y un par de palomas o de tortolillos. Allá van María, San José y el Niño hacia el templo santo del pueblo judío. San José, cantando, les muestra el camino, .un poco de prisa por quitar el frío. Y lleva la jaula y su bordoncillo. Detrás va la madre, tierna como un lirio; caliente y envuelt~ en un chal de lino, - 36-
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