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Llevaron el Niño a Jerusalén. PURIFICACION A UN por los senderos y por los ejidos se oían cantares y los villancicos de las Navidades, recién aprendidos. Al sacar al valle su hato el pastorcillo y oír de sus greyes el tierno balido, decía llorando: «No baléis tan fino, que me parte el alma el balar del Niño». Y al pasar delante de su Portalico, quitaba la gorra, y daba un silbido, para que el rebaño parase un poquito. ¿Y los buenos Reyes de Oriente venidos? Ya ¿dónde estarían? Sus grandes camellos, de ojos tan cansinos, aunque parecían - 35 - S, LUC., 11 1 2l.

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