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cual dos niños traviesillos qúe juegan entre cortinas a no verse y a buscarse con divina picardía. Mucho más se mueve Juan. Jesús sereno le mira con unos ojos tan bellos, que es de luz ya la cortina. Pero es ágil y es valiente el de Isabel, y se agita, y los tiros de su Primo parpadeando los esquiva. Mas cuando cierra los ojos, para evitar sus caricias, le parece que en tinieblas se le convierte la vida. Y vuelve a abrirlos y a ver la luz que Jesús le envía. Y así se queda mirando en éxtasis a su Vida; y Jesús le mira al cabo, triunfante y entre sonrisas; y San Juanito se rinde, gozoso de ser la víctima. - 27 -

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