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6 FR. JULIO DE AMAYA, O. F. M., CAP. Si el amor influye tanto en la formación de lo que solemos lla– mar ideología y en los juicios mismos de valor moral sobre las cosas, su inlf!uencia es mayor aún en la confirmación de las irleas que corresponden a las aprobaciones espontáneas del apetito. A la luz de la psicología comprendemos que la fuerza psíquica r:le la idea procede de la voluntad, y que el afecto es el elemento psíquico que da actualidad al pensamiento. Por eso, "el juicio apoyado en el amor tiene una •fuerza inquebrantable, pero el que carece de ese apoyo no tiene ninguna ... No hay razón ni discurso que no se estrelle contra la persuasión del amor" (7). , La exacta comprensión de la fuerza epistemológica del amor puede orientarnos para educarle conwnientemente. Acabemos de comprender que el amor lleva en su misma naturaleza una fuerza ilustrativa y una función magisterial y pedagógica que es prin– cipio de rectitud, aunque muchas veces necesite una censura inte– lectual. Y esto es lo que nos •permite hablar ele una epistemología del amor. 2) Analogías del amor.--Pero esa epistemología amorosa tiene un fundamento plenamente objetivo y metafísico. Su impor– tancia radica en la consideración ontológica del ser como amor. Esto no es una originalidad. La tradición griega sostenía que el amor es la entraña del universo y de la vida, aunque sus formas sean distintas. Sería un peligro para la epistemología amorosa con– siderarlo escuetamente en su aspecto sentimental. Es una de sus diversas formas expresivas. Pero el amor no es un mero aconte– cer o un accidente expresivo; es un ser. de tal modo que la realidad. ha de concebirse basada en una dimensión de amor. y el amor es, a la vez. la plenitud del ser, su resonancia. Cuando llamamos a las cosas seres las calificamos en su aspecto estático. si las llamamos amor las conceptuamos según su denominativo dinámico, pero tan trascendental como el ser. Porque el amor no es algo que el ser posee como un accidente advenedizo. sino la misma sustancia del ser expresada en forma dinámica. Aceptará esto todo el que comprenda que la exacta definición de Dios no es el "Ego sum qui sum" --Y o soy el que soy- del Exodo -hoy reconocen los exegetas que este texto no tiene nada que ver con una definición de la esencia divina-, sino aquello otro más claro y conciso de San Juan: "Dios es amor". Pero si Dios es amor lo son también las criaturas, pues participan de su esencia. Porque en el amor humano sólo se da una trasferencia (7) A?sTO:'.';JO Tonno, O. F. 11., Fr. Juan de los Angeles (Barcelona, 1924), tom•J II, página 120.

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