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6 FR. JULIO DE AMAYA, O. F. M., CAP. hace prorrumpir en un acto de amor o adhesión. Porque el objeto del apetito, sea sensitivo o racional, no es meramente el bien, sino el bien en cuanto es conocido de alguna forma como tal. Nada de esto que expongo en líneas generalísimas quiero ne– gar. Al recalcar el influjo del amor en el conocimiento se ha de entender de la presión que el apetito, supuesta su adhesión espon– tánea al objeto en cuanto deleitable, ejerce luego no sólo en la vo– luntad, sino en la misma formación del juicio de moralidad. Antes, pues, de estudiar la morfología del amor y sus caracte– rísticas y de adentrarme en la consideración del mismo como mo– tivo ético, he de hacer algunas observaciones sobre el amor y el conocimiento, sobre su carácter cósmico y sobre su valoración me– tafísica. I) Fuente dd crmocer.-Todo amor es meditativo. y sus me– ditaciones tiene111 mucho que ver en nuestra ideolngia y en nuestra conducta. Los maestros franciscanos calaron muy hondo al afir– mar que el primer clemC'nto de la metafísica y su más alto princi– pio es el amor sabio. Efectivamnlte; a la \·ez que una "ratio essendi" (razón de ser) el amor es también una "ratio cognoscendi" ( razón de conocer), que puede tener como término desde la adivinación inrlucfrrn de 1111 •fútil deseo hasta el subsuelo moral de la persona. Y no digamos nada del conocimiento amoroso en la místic2.. San B11enave11t11ra es– cribió que "el amor es el principio próximo e intrínseco de la sa– biduría" (3), y esto que es tan interesante en mística, también da luz para la epistemología moral. El amor nos da 1111 conocimiento sapiencial que nos permite hablar de una lógica y crítica afectivas. Es cierto que el bien entra en la esfera del amor por el conocimiento, pero esto no nos impide hablar de un influjo del amor en el juicio que el entendimiento hace de él como conveniente o disconveniente. Hay entre las facul– tades humanas una mutua interdependencia en el obrar. Así, por ejemplo, la voluntad, para pocler actuarse en orden a su acto pri– mordial, que es el amor, debe antes unirse de alguna forma al en– tendimiento. pero puede entenebrecer la claridad del juicio que ha de hacer el entendimiento sobre el objeto en cuanto bien honesto. Además, es muy probable que baste la simple aprehensión para que la voluntad se actúe. Todo amor lleva, pues, consigo una cadena de prejuicios. El corazón tiene una matemática rigurosa y objetiva, algo que es es– trictamente análogo a la lógica del entendimiento. Es una fuente (3) Cormn. in Sap., f'. VI. vers. 18; VI, H9.
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