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DEL AMOR Y SUS ASPECTOS ÉTICOS 5 ,centrarse en otra y amarla con toda el alma, resumiendo en ella todos los valores. La expresión ontológica de esta concepción amo– rosa del franciscanismo fué el "Deus meus et omnia" -Dios mío y todas las cosas- de S. Francisco, lema de tan maravilloso con– tenido. San Buenaventura -en frase del padre Gemelli- no hizo más que poner una cornisa metafísica al amor del Estigma– tizado, recogiendo las magníficas investigaciones agustinianas so– bre el tema y las especulaciones trinitarias de la escuela de San Víc– tor y dándole a todo cohesic'n1 dentro del pensamiento franciscano. Quisiera que este trabajo no se interpretase como un intento de atenuar la culpabilidad humana en favor ele los derechos del corazón, sino en cuanto esto pueda ser justo y razonable. Ni quie– ro dar a todas mis afirmaciones un valor absoluto. Para eso ha- 1JrÍa sido necesario compulsar muchas cosas que la premura ele. tiempo hizo imposibles de considerar. Por ahora me contento con 1as notas que van a continuación. I.-A:MOR Y CONOCI!\1IENTO Ante todo, debo señalar las 'relaciones entre el amor y los pro– cesos intelectuales. Son las dos fuentes profundamente humanas en las que se funda toda posible valoración moral. Luego estudiaré psicológicamente el amor en su morfología, al menos en los ras– gos fundamentales que interesan para comprender su valor ético. Lógicamente, debería ser esto lo primero en el trabajo, pero la tra– bazón psicológica exige lo contrario. Por último, me concretaré a estudiar directamente las complicaciones morales que lleva con– sigo el amor. Corno he de insistir en el influjo que el amor ejerce en la for– mación de juicios ele valoración y en todo conocimiento en general, quiero evitar un posible equívoco, que quisiera no se olvidase al juzgar ciertas frases del trabajo. No pretendo negar que todo amor suponga un conocimiento anterior a él -de cualquier orden que sea, esto ya es cosa distin– ta-, y admito el proceso de desarrollo del acto amoroso con todos sus concomitantes de orden cognoscitivo, que podemos concebir así· Hay primero un conocimiento confuso del objeto, al que acom– vaña por parte del apetito una adhesión al mismo en cuanto el ob– jeto es un bien deleitable. En un nuevo estadio se da un conoci– miento distinto intelectual que juzga al objeto en cuanto honesto, al que sigue la aceptación o repulsa del apetito racional al hacer uso de la libertad. La potencia apetitiva está inclinada de suyo ha– cia el bien, está tendiendo hacia él virtualmente, y el conocer le
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