BCCCAP00000000000000000000357

28 FR. JULIO DE A:.1AYA, O. F. M., CAP. gradual; primero, de la culpa; luego, de las consecuencias de la cul– pa, y por último, de la ocasión, grado en el que el alma queda dis– puesta para la contemplación (69). El amor natural por sí solo no conseguiría la perfección, no podría actualizar la tendencia ontológica del ser. Sólo reforzado por la caridad y corregido por ella lo consigue. De otro modo se degenera y se pierde. Y es que todo amor humano necesita ser sa– nado por un amor divino (70), que es el que "vence todo y lo re– tiene fuertemente", arrastrándonos hacia arriba. Por eso, el que carece de la caridad -dice el Seráfico- se parece al pájaro si11 alas, que no puede volar (71); no llegará nunca a la perfecció11 porque ésta se encuentra en el vértice de la unión amorosa que trasciende toda virtud humana He aquí cómo el amor hace buenos y perfectos los actos hu– manos. 4) Amor y Teología.-Lo que acabamos de indicar nos prue– ba que toda ética supone una teología y conduce a ella. El hombre está en función de Dios, que es su principio y fin. Y el amor pre– cisamente es el núcleo del orden del mundo hacia Dios, no sólo on– tológica y psicológicamente, sino porque por la misma ordenación cfrvina es El la cifra teleológica de la vida humana. Para eso, dice el catecismo, nos creó el Señor : "para amarle en esta vida... " Ya ontológicarnente --lo hemos recordado antes- el amor es una tensión, un ir hacia Dios como deseo de algo definitivo, deseo que ha de entablar lucha trágica con otros más tangibles y concre– tos. Porque lo característico del amor como "pondus sprituale" no es tender, sino particularmente descansar, anhelo de repo– so. Ahora bien: el amor humano no es un fin en sí mismo, dramáticamente el divino. Ontológicamente, esta exigencia la puede llenar fácilmente el hombre porque, como dice San Buenayentura, cuando la potencia afectiva está sana, ella de por sí ama a Dios sobre todas las co– sas (73). Es decir, la criatura tiene a Dios un amor "natural" de– terminado que libremente puede corroborar o negar. Pero ese amor natural, que enunciado en forma ético-psicológica consiste en "qua- "ú·rda(l y Vicla", 7 (19i9), 2:J:J-257. Y che Tugend cler Líe/Je mrc/t dl'I' Lehre (ü(l) I Sent., d. 2, llub. 1 (!, 59). todo el trabajo, ,T. KAU': Die t/;eo/ J/Jis– ltl. Bonaventura, Münslcr, 1?27). (70) In liex., col. YII, n. 14 (V, 3ó7; eclic., B. A. c., III, 320\. (71) De llccem praec, col. I, n. 15 (V, 509; eclic., B. A. C., Y, D'!:l). Cfr. ne tem. donls, col. V, n. 12 (V, 479); ib!cl.-, col. VI, n. 8 (Y, 485; er!it'., B. A. C., V, (72) In líex., col. II, n. 29 (V, 341; edic., B. A. C., III, 223). (73) II Sent., d, 3, p. II, a. 3, q. 1 (II, 125).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz