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24 FR. JULIO DE AMAYA, O. F. M., CAf>- ame cosas buenas o malas, ya que todas las cosas son buenas; ni aun por su manifestación cuantitativa absoluta, sino por la rela– tiva : porque se ama al objeto más o menos que a Dios ; pon1ue se trastorna el orden de valores, que en muchos casos está determi– nado por Dios. Bajo este aspecto, la especificación ele los actos en pecados y virtudes es accesoria. No es solamente que el amor quede especi-– ficado, sino que a la vez especifica. Esta orientación intrínseca de la moralidad llega a asentar sólidamente en el bien la impresio– nabilidad moral de la persona, y entonces dicen al hombre San Agustín y S,in Buenaventura que haga lo que quiera. De este amor fundamental nace inmediatamente el temor, que es muchas -veces el procurador de aquél, una analogía suya en for– ma negati-va y de gran influjo moral t;.mbién. De tal modo que San Buena-ventura dice: "Es imposible que el hombre evite el mal si no es por el temor, y que haga el bien si no es por el amor" ( 56). Pero como queda dicho, está siempre en función del amor, y así debe explicarse el -valor que San Buena-ventura y San Agustín le conceden (57). Veamos ahora el valor expresivo ele esta ley de amor. 2) Denominati·vo moral.-" El amor es la fuente de la liber– tad" (58). En el sentido en que lo decía Osuna, y teniendo en cuen– ta la filiación escotista del autor, 'Podemos advertir que eso explica que las aventuras del amor se confundan con las de ia santidad y el pecado. Este amor tiene carácter de nota individuante y social. Cuando está desordenado se asemeja al bacilo, y "bacillus indivi– duationis" le llama Unamuno. Conocer esa nota, el "ordo amoris" de cada hombre, es conocer su moralidad, aunque la aparente com– plejidad de los diYersos elatos empíricos parezca desconcertarnos. Desde el punto ele vista objetivo, todo ,:mor se llama -virtud o pecado. La virtud múxima de la Yida está en amar lo que debe ser amado; el mayor pecado, en trastornar la jerarquía amorosa que Dios dispuso consiguiendo que el Señor nos entregue a los deseos de nuestro corazón (59). "El amor pone nombre a la obra" (60), la califica moralmente en la manera indicada anteriormente. Cuando se deprava corrompe (5ó) De !lecem p1·11ccep/is, rol. II, n. 14 (V. 51::; edlc., !l. A. r:., v. (l3g·,. (57) Serm. de Jl. JI. r., sPrm. V (IX, 716\. Cfr. Ser111. de samDs, üe s. Marro, I (IX, 520). (58) Ost:NA, FRANC.: Leu de nmor s,rnto, ücüicatoria (Eüíc., B. A. C., "~!lstieos franriscanos", 1. J, Madrítl, Hl48), ¡,ág·. 225. (50) Rom., I, 24. Este ¡irnsamiento ele San Pablo es un brochazo genial de i'tícéli cristiana. San IluenaventurR lo rnmen1a a veces o lo alude pasajeramente al ex¡:1li– car las tlesvincionrs que pue¡Je inducir una pasión, especialmente la amorosa. (60) JI Sen/., et 40; club. 1 (II, 933).

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