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DEL AMOR Y SUS ASPECTOS ÉTJCOS 17 amor -cnalquiera que sea: divino, angélico, racional, sensitivo...- cierta cualidad que une y suelda consistentemente" (32). Precisa– mente por eso : "amor... inclinat amantem ad omne illud per quod ,convenientius, intimius et celerius amato possit uniri" (33). Y he aquí cómo de la unidad nace el dinamismo. Por lo dicho se puede suponer el valor ético de la unidad psi– cológica. Toda unidad es una concentración de energías para ei bien o •para el mal. El hombre que logre establecer su unidad ín– tima --frecurntcrnentt dispersa- sobre un amor que Dios hendi– ga, está salvado. Y el que sepa ordenar sus impulsos amorosos será un santo. ¿ Qué voy a hacer de mi amor? Este es el gran problema de la ética y de la santidad, porque es preguntarse qué se va a hacer de toda la persona. En nuestro amor llevamos nues– tra vocación y nuestro destino. Dinamismo.-Díje ya que era consecuencia de unidad. "El amor es fuerza liberalmente difusiva. Luego donde hay perfecto amor. allí hay también perfecta difusión. o en acto, si hay opor– tunidad, o. si no la hay, por lo menos ele pleno deseo" (34). Una prueba es la vida diYina. El amor es ser en movimiento, y amar es un verbo esenci::tl– mente activo; quizá por eso el concepto de vida tenga en San Juan tanto pareci<lo con el concepto de amor. Y me parece que era el mismo Aristóteles quien enseñaba que el fondo del amor es activi– dad y que si amando nos sentimos felices es porque sabemos que amar es obrar, plenitud de ser. El amor es peso, pero din.ímico, mano y pie del alma, que decía San Agustín; poder que mueye el sol y las estrellas, según Dante. "Neque cnim languor vel desi– dia locum hahet ubi amoris stimulus semper ad maior;L pernr– get" (35). Así como el estímulo amoroso produce una direc-::ión centrí– peta en el sujeto, la reacción de éste es centrífuga y consiste en una emigración virtual ---ya que no siempre física- hacia el objeto. Es decir, el amor es algo formalmente transitivo; no es un estar como la alegría o la tristeza, sino un ser y un hacer. Unicamente en ciertos momentos de enamoramiento puede resultar estático y contemplativo. (32) De regno Dei, n. 21 (V, 544; et!ir., B. A. r., lll, 593). crr. I Sent., ct -,o, a. 2, q. ~. ad concl. (1, :W2); Ibi., dun. 4 (I, 206i; .\/ olo!J. ¡m11perum, c. 4, n. 2 (VIII, 252-5:J; edic:., B. A. c. (Madrid, lü40), YI, 413\. (33) Apol. ¡,a117wrum. c. 4, n. 2 (VIII, 252; etlir., n. A. C., VI, 4U!). (34) Amor rst 1•is lí/Jcraliter dif(ussiva. Ul>i i,¡itn· ¡,rríeet11s est amor, ibi et ver– freta di{fusio, ¡,¡•/ oelu, si opportunitos aclest; ¡,e/ .•i non ndest, saltem lil'Bidl'r:o pleno. Apor. p11117Jerum, c. 4, n. 2 (VIII, 253; prJi~•• !L .\. C., VI, 4'13). (35) Legenda S. Francisci, c. 14, n. l (VIII, 5,iG; r,!i••., B.- A. C., Escritos cmnp/r·/os ac S. ¡;•rancisco t,latlr:d, 1H5), pág. 622).
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