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ta diciendo... iY bello! Y la llama de esa belleza que contienen hace "encendidas" a las cosas..., a los seres todos. Incluso cuando la acción del hombre destruye o perturba el orden del universo, enturbia el agua, contamina el ambiente, lo llena de ruidos, tala el árbol, quema o aniquila..., algo del residuo de los seres sigue hablándole de la belleza: asl el árbol quemado: " ..•con el leve hálito de una rama verde, contra el cielo azul, es elegía o plegaria en el paisaje..." ... ...porque el mal, lo feo, entra en la misma historia humana: "No hay pecados y gozos sólo en el paraíso, se asientan allí donde hombre y mujer . ,, conviven.... No es fácil el diálogo; con las cosas tampoco. Sólo de ser a ser, se realiza cuando espontáneamente nos comunicamos: asl el niño que habla con los juguetes, con los insectos, con las flores..., o la mujer con aquello que le rodea en la casa, en el jardln, con los cacharros de la cocina, con el canario..., o el campesino que dialoga con las mieses y los árboles o la nube de primavera. O cuando nos dejamos invadir por algo o por alguien, y al abrirle el alma, se nos adentra con toda su grandeza o con toda su insinuación. No olvidaré jamás la frase sencilla y grandiosa pronunciada por un campesino que vela por primera vez el mar: 11 IVálgame Dios, y esto todos los clíasl". lmaglnense la capacidad de asom• bro... Al fin, la poesla vive en los labios, en el alma, surge en la conversación, es patrimonio común. Cuando "usamos'~ el alma sencilla la. conocemos y la amamos y cualquier cosa pudiera hacer– nos cantar, como a San Francisco de Asls: "Loado seas, mi Señor, por todas tus criaturas". Sólo después viene la poesla culta, cuando · perdemos la ingenuidad primitiva, la espontaneidad, entonces la
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