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CONFLICTO ENTRE EL CARDENAL Y EL NUNCIO Vtllanueva, quien lo entregó en la noche del ro al secretario de Gracia y Justicia 67 • Salido de tal autor y pasado por tales manos, el manifiesto no podía menos de llevar muy recargadas las tintas sobre las ((mal;gnas>, intenciones del cabildo de Cádiz y nuncio, que ((pretextando la defensa de la religión)) pusieron a España al borde de t.erribles convuhiones ... «A las providencias tomadas en obsequio del decoro de la Santa Igles.a, no menos que de la tranc1uilidad del Estado -afirma el cardenal regent~, o mejor, el _jansenista Villanueva- se debió la extinción de esta !!arna que pudiera haber abrasado el Reino)). Da cuenta del hallazgo de las cartas del nuncio del 5 de marzo que extracta en el texto del manifiesto e inserta literales con otros documentos al pie. Por estas cartas aparece <JUC el nuncio, ((atropellando los pt·incipios elementales del derecho de gentes, desconociendo los límites de su car:Ícter público y abusanJo del respeto con que mira esta religiosa nación a los Legados de la Silla Apos– tólica, ha intentado promover, y ha promovido, su color de religión, la inobediencia de prelados y cuerpos eclesiásticos muy respetables a los de– .:::retos y órdenes de la autoridad soberana)). Se c1ueja de que no acudiera a él, primado y Regente de España, por conducto del secretario de Estado como era lo formal y legal; él que esperaba convencerle de la sabiduría del augusto Congreso :' de la autoridad con que ha procedido en la abo– lición de la Inquisición, ((negocio puramente político)). Todos estos pa– sos (demuestran tpe el plan del nuncio no era evitar la responsabilidad de su encargo, sino excitar en el p;adoso clero de España, y por medio suyo en el pueblo, la desconfianza de la autoridad temporal. .. Esta inespe– rada conducta del 1vf. R. Nuncio ha comprometido el honor de la represen– ración nacional, la seguridad del Reino, el decoro del orden episcopal, los rerdaderos derechos del Romano PontÍfice y el respeto debido a la Santa Iglesia... ¿ Qué no pudiera temer la nación de este prelado extranjero que, olvidando los respetos de su dignidad y de su misión, de embajador que era de la Cabeza de la Iglesia, se convierte en promovedor de inte– reses ajenos del primado de orden v de jurisdicción t}lle compete a Su Santidad, v en ,1tizaJor de una discordi:1 cuvo resultado había de ser una ~uerra civ;l ?)) Sigue el manifiesto del card~nal regente amontonando los cargos y dicterios contra la conducta del nuncio. (,Tampoco es desaten– dible el agravio que irroga a la persona del Santo Padre, cuyas heroicas virtudes le elevan basta hacerle incapaz de aprobar en un legado suyo gestiones tan claramente opuestas al Evangelio._. Este desacierto del 67 J. L. VrLI.,\NTJE\"A, l\lli viaje ... , p- 502. 19
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