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hijos de la comarca de Greccio y de Fonte Colombo, Fray Fran– cisco, siervo y pequeñuelo: Paz y Bien. Inmediatamente que recibáis esta carta os pondréis en camino a la montaña de Greccio. Tengo preparada la· representación del Nacimiento del Señor que quiero celebrar con vosotros. Se acerca la noche de la gran alegría y quiero representar al vivo la memoria de aquel Niño celestial que nació en Belén; verle tendido sobre las pajas, calentado por el hálito del buey y el jumento. Venid. Atravesad el monte can– tando. Despertad a las gentes de los caseríos. Que las sendas del bosque se llenen de canciones y de antorchas... ". ...Cuando las gentes llegaron a la cueva, el santo ofició en la misa, cantó el Evangelio y al pronunciar el nombre de Jesús se pasaba la lengua sobre los labios como si gustara miel. Ante el asombro de la gente se vio temblar sobre el heno al Niño Jesús. "Fue una noche deliciosa", dicen las crónicas. La originalidad de San Francisco dio impulso a la representa– ción plástica de la Navidad. Este es el poético origen de los "bele– nes", llenos de gracia evangélica, rústicos y adorables que desde aquella fecha construimos en nuestras casas, en nuestras iglesias, en las plazas de nuestras ciudades, con unas cuantas cosas elemen– tales: musgo, pajas, ramas, figurillas de barro... Los poetas recogemos este sentir devoto del pueblo y cantamos con una fe que humaniza la grandeza de Dios. Así se ha creado el "romancero navideño", impregnado de profunda teología, que es una delicia leer y que algo redime al mundo de la duda y el escozor, del odio, cuando la belleza y la verdad de la poesía canta el gran misterio del Amor, hecho Hombre. En tus manos tienes, amigo, este libro, "Anum:iaciones". Muchas veces me acerqué con ojos agrandados de niño a los "bele– nes", asombrosos en su pequeñez, artísticos y enriquecedores. Ante ellos me saltó el verso fácil o la composición elaborada, pero siempre religiosa. Nunca me negué a m f mismo. Y he de dejar constancia en esta presentación que algunos "villancicos" los escribí contemplando los belllsimos dioramas blblicos del P. Abe/ de Bilbao, ese artista de belenes en miniatura.

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