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58 LA CUI\STIÓX IH:LIGIOS:\ I~K LAS COR'l'I~S DE Ci\DIZ rebatir los errores e impiedades, siendo esta pastoral una verda– dera carta apologética. En el primer artículo - «la Iglesia ultra– jada en sus ministros» -- constatan el odio sistemático de los re– volucionarios franceses y de sus discípulos los reformistas españo•– les contra el clero. Después de hacer una defensa calurosa del clero sano y patriota, los obispos señalan con una transparentísima alusión, como mejor merecedores de las invectivas de la prensa, a los eclesiásticos diputados liberales y ciertos clérigos g-acetiile– ros, «eclesiásticos muy presumidos ele reformadores y preciados de filósofos modernos, pero muy despreciables y despreciados a los ojos mismos de la secta a quien sirven bajamente, corno <[Ue son la escoria y las heces de ella». Las enormidades pronunciadas por esta pequeña porciún descarriada del clero, por esta «clase de filósofos tonsurados», en lo que ellos llamaban jansenísticamente disciplina externa, facilitan abundante material para el artículo segundo de la pastoral : «la Iglesia combatida en su disciplina ) en su gobierno». En el artículo tercero -- «la Iglesia atropellad.1 en su inmunidad» -- los seis obispos denuncian la apropiación indebida, legislada o I proyectada, de los bienes de la Iglesia sin la debida intervención ele la autoridad eclesiástica. «No parece sino que los bienes de la Iglesia son en la opinión de estos políticos bienes mostrencos, o propios del primero que los ocupa, y de que puede disponer por un solo rasgo ele pluma cualquier escritorcillo del día según su capricho le sugiera . . . Declaramos y protesta– mos altamente que la Iglesia jamás se ha creído excusada ni pre– tendido excusarse de concnrrir por el orden de las reglas canóni• cas y según la posibilidad de sus haberes, a las urgencias del Esta– do y a las necesidades de los particulares menesterosos . . . La Iglesia jamás se ha negado a contribuir a las necesidades del Es– tado: pretende solamente que esto se haga por donativos volun– tarios, y con la debida internnción de la autoridad eclesiástica.» Para probar el cuarto artículo - «la Iglesia atacada en su doc– trina» - hacen una selección de las más graves impiedades es– tampadas, reiterando su condenación del Diccionario crítico-bur– lesco, «el más impío, irreligioso e infame libelo que entre nos– otros ha abortado igualmente el lihertinaje de la imprenta ... Creemos que la censura mfts breve, más exacta y la más justa al mismo tiempo de este perversísimo papel sería la que declarase ser
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