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FL l\PISCOP:\DO ESPA~OI, Y LAS COR'I'ES DI•: C.,\DIZ 5I Patriótico» de 6 de junio, II de julio de 18 II y 5 de septiembre de 18 I I, por el «Conciso» de 22 de agosto, por el «Redactor General» de I 7 de octubre y por el «Diario J\íercantil» de 19 y 2 r de noviembre - por citar algunos al azar - para convencerse del modo indigno con que se trataban las cuestiones religiosas en la prensa liberal. El episcopado iba a salir de su silencio. Convencido de que el único modo eficaz de combatir la impiedad y descaro de la prensa era la Inquisición, el 23 de noviembre de 181 I los obispos refugiados en Cádiz elevaron a las Cortes una representación en favor ele! restablecimiento del Santo Oficio, «el más seruro ba·• luarte de nuestra religión y de nuestra fe» y al cual «miramos como un medio de los más poderosos con que la divina Providen– cia nos ha proveído para sobrellevar la pesada carga que se ha dignado poner sobre nuestros débiles hombros» 74 • En marzo de 1812 vuelven a insistir en su petición, aííadiendo al final una súplica a las Cortes para que «atajen por los medios más pron– tos y eficaces el escandaloso torrente de las perniciosas opinic– nes que cunde demasiado en nuestros desgraciados días». El 1 :í del mismo mes firmaban una representación parecida el grupo de ocho obispos refugiados en Palma de l\.Iallorca; el arzobispo de Tarragona y los obispos ele Lérida, Tortosa, Barcelona. Urge], Teruel, Pamplona y Cartagcna. Su isla, libre de los azares de la guerra, era como Cúcliz un hervidero de prensa anticlerical. Con pruebas tangentes denuncian el abuso que se hace ele la prensa, la cual «proporciona una multitud de papeles que con– tienen proposiciones dignas ele la severa censura teológica» ; pero dejando para tiempo mús oportuno las reclamaciones conyenientes sobre este punto, se limitan a lamentar el clafío y la ocasión ele tantos males: la suspensión ele la Suprema Inquisición en el ejer– cicio de sus funciones. Como los obispos ele Cádiz rebaten la es- "" AV, .Archivio della Nunziatura di Madrid, b. 231. La copia de esta repre– sentación no lleva los nombres de los firmantes que probablemente eran los obispos de Albarracín, Cuenca, Plasencia, Segovia y Sigüenza, es decir, los obispos no diputados. El nuncio Mons. Gravina en su manifiesto «sobre las ocu– rrencias de su extrañamiento», firmado en Tavira (Portugal) el 4 de enero de 1814 e impreso en Sevilla, dice en la p. 15 que los obispos residentes en Cádiz manifestaron su voto y su deseo del restablecimiento de la Suprema, «pero por causas que 110 se ignoran no pudieron hacerlo en unión, y los más de P 1 !os lo executaron por separado».

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