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.j.O LA CUESTIÓN RFLIGIOSA f.N LAS CORTf.S DE CÁDIZ Del usufructo de las rentas eclesiásticas pasaron las Cortes a la plata y alhajas de las iglesias, urgiendo y en parte renovan– do los decretos dados por la Junta Central el 4 de abril y 6 de diciembre de 1809. Después de amplia discusión se dió el de– creto correspondiente el 8 de mayo: a los obispos se les impone empleen todo su celo y autoridad para que «se destine inmedia– tamente al socorro de la patria cuanta plata y oro no sea absolu– tamente necesario para el culto, en conformidad de lo que tienen establecido los cánones». Pero la plata recogida no se dejó a la administración de los obispos como había propuesto la Comisión eclesiástica que estudió este asunto y en la que figuraba el obis– po de Mallorca, sino que se marcó y pasó al erario nacional que custodiaba la Junta de Cádiz No se dieron las debidas repara– ciones a las iglesias ni parece que los tesoros recogidos se em– plearan debidamente al servicio de la patria 42 • En cumplimiento de este decreto el obispo de Orense - que en 1806 se había quejado a Carlos IV por idéntica recogida-, sin rencor alguno contra las Cortes, autorizaba por un edicto del 7 ele julio ele 181 I la entrega de las alhajas ele oro y de plata de las iglesias de su diócesis «para las necesidades de la nación». «Para ello interponemos nuestra autoridad y facultades que en las circunstancias por cualquier título nos competan, y a mayor abundamiento las de Mons. Nuncio de Su Santidad en estos rei– nos con que contamos, solicitaremos las de la Silla Apostólica luego que pueda verificarse» 43 • Por lo demás el gobierno exigía sin contemplaciones la entrega, como se vió en la requisitoria hecha por el ministro de Hacienda, Canga .\rgüelles, el 3 r ele anteriormente por la Junta Central el 12 de enero de 18ro. Una instrucción que acompañaha al decreto distribuye los contribuyentes en cuatro clases : eclesiás– ticos, hacendados, comerciantes y artesanos. Por un oficio particular las Cortes <>ncargaron además ,l los ohis¡xis y prelados eclesiásticos que prestaran todos los auxilios que cupieren en sus facultades para ayudar la percepción de la contri– bución del clero (CD I, pp. II6-1r7). 42 CD I, pp. 157-158; DS I, ,pp. 6o1 SS.; II, pp. 999-1004. Cf. RAFAEL DE Vi'.:LEZ, Apología del Altar, pp. 331-334. 43 J. M. BEDOYA, Retrato histórico del Emmo. Excmo. e Ilmo. Sr. D. Pedro de Quevedo y Quintana (Madrid 1835), pp. 91-92, Apéndice n. 0 57, pp. 266-267. La representación del ohispo a Carlos IV puede verse en E. LóPEZ A YDILW, El obispo de Orense en la Regencia del aiio 18ro, p. 200. Testi,monios sobre la generosidad del obispo en la guerra de la Independencia cf. en A. Risco, Las Cortes de Códi::: y el obispo de Orense, en «Razón y Fe> 75 (1926) 52.

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