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1.- HE AQUl EL CRISTO 69 aquí el Cristo! ¡Oh! ¡ no os parezca, por favor, exagerada esta expresión! Todo cristiano, verdadero imitador y discípulo del Nazareno, puede y debe llamarse un segundo Cristo, de quien en manera eminente lleva la impronta. ¡Oh l si todos los cristianos viviesen en conformidad con su vocación; la misma tierra del destierro se convertiría en un paraíso» (30-3-1915, II, 38s). «Jesús llene tu corazón de todas aquellas gracias y de todos aquellos caris– mas que tú deseas para mí. Jesús sea siempre el Dios, único dueño de tu co– razón y de todos los corazones redimidos. Que sea así. La tuya preciosísima me llena el ánimo de un extraordinario gozo al saber que te lo pasas muy bien con Jesús. Y ¿quién es el que no se encuentra bien con Jesús? ¿Qué alma que, pensando en lo que el Maestro dice: «Tengo mis delicias en conversar con los hijos de los hombres», No siente llenarse total– mente de alegría? ¿Hay alma que pueda ser infeliz, si Jesús se le ha entregado en herencia? ¡Oh! ¿no es éste el mismo Jesús que hace la delicia de los angeles y es el objeto único de las complacencias del Padre celestial? Tienes tú, pues, razón al afirmar que estás muy bien con Jesús. Sea siempre bendito por todos los siglos, que en medio de una nación corrompida ha querido traernos a su amor» (12-9-1915, rn, 98).

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