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60 II. - LAS TRES VIRTUDES TEOLOGALES me y constante voluntad propia para adherirse a la voluntad divina, manifestada en los mandamientos y en los consejos y con la práctica perseverante del amor. - «Cuanto mayores son las penas, es tanto mayor el amor que Dios tiene: que os sean como piedra de toque del amor de Dios. Conocéis el amor de Dios 'por este signo: por las penas que os manda. El signo está en vuestras manos y en la portada de vuestra inteligencia. Alegraos, pues, incluso cuando arrecia la tem– pestad. Alegraos, os digo, con los hijos de Dios, porque esto es un amor singu– larísímo del Esposo divino» (19-9-1914, II, 174). - «Y mis:ntras así me apeno y oro, siento también una alegría espiritual por el gran amor que Dios te tiene. El contrasigno cierto de este amor es la tormenta que ruge sobre tu cabeza y te desconcierta» (17-5-1918, III, 182). -«No ofendéis al Señor, lo amáis con un gran amor y precisamente por esto os ha mirado con una superlativa complacencia. El os ama y su amor es de predi– lección, y por ello os va asociando a todas las pruebas de su dolorosa pasión» (7-I0-1918, m, 757). Hay quien se sorprende de no amar a Dios con la solicitud e intensidad debida y duda de su sinceridad y genuinidad, lamentán– dose al mismo tiempo de su esterilidad en el progreso, como serla de desear. Pero aparte de esta consideración, que ciertamente puede desanimar y hacer pusilánimes a los espíritus, hay una idea no del todo clara y algún tanto confusa. El alma puede tener esa sensación, pero la realidad es diversa. No es preciso que ella se de cuenta de los progresos y de las metas alcanzadas. Quien cumple el beneplácito divino, progresa siempre. Prescindiendo de la gracia de los sacra– mentos, la teología enseña que de toda acción humana, en la cual no hay pecado, deriva siempre un aumento de gracia con su correspon– diente aumento de gloria. Pensar lo contrario y dejarse guiar por este criterio, puede llegar a ser una ilusión diabólica. El verdadero amor nunca es estéril. «Os vuelvo a y a aseguraros que vuestra alma va ganando mucho, que vuestro amor no es estéril y que en vos todo es una broma (scherzo) de amor del celeste Esposo. El quererse persuadir de lo contrario, me desagra– daría enormemente, porque desagradaría también a Jesús» (31-5-19 l4, 11, 102). - «No te desanimes, si te sientes árida de espíritu; no es eso signo del abando– no del Señor, como por desgracia quisiera hacerte creer aquel feo «cosaco»
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