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4. - LA CORAZA DE LA CARIDAD 55 e - Nunca detenerse en el camino del amor divino « La medida de amar a Dios es la de amarlo sin medida». Esta sentencia atribuida al doctor de la gracia S. Agustín, es una de las ideas claves de la pedagogía del P. Pío y también el punto de partida para una ulterior profundización en esta virtud teologal. Mientras estemos en esta tierra de destierro, la caridad no conoce límites. Todo nuestro compromiso ha de consistir en el esfuerzo continuo por llegar a la plenitud del amor con que se amará en la patria. Sea cualquiera el grado de amor adquirido, el amor de la criatura será siempre una participación finita, susceptible de progreso, del amor infinito, que es el Espíritu Santo difundido en nuestros corazones. Por tanto el alma bajo el influjo de este divino Espíritu y movida por la gracia, se esforzará insistentemente en hacer desaparecer los obstáculos que impiden, retardan o disminuyen el crecimiento de la caridad, e igualmente en intensificar el ardor con que tender de manera apasionada y sin descanso hacia la posesión del Sumo Bien. Se advierte que a las veces resulta monótono en esta su exhortación al crecimiento constante en el amor; pero no se arrepiente de ello, persuadido de la importancia trascendental del tema en las vías del espíritu. - «Procurad siempre avanzar cada vez más en el camino de la perfección y abundad siempre más en la caridad» (l 0-12-1914, 11, 259). - «Y si es verdad que os veo bien encaminada en la caridad, esto no obstante no ceso de insistir siempre en que avancéis más en ella» (22-12-1914, 11, 280). - «Pidámos!e insistentemente a Jesús esta virtud y esforcémonos siempre con nuevas fuerzas por crecer en ella» (30-3-1915, ll, 383). - «Os conceda además pertenecer siempre al hermoso número de aquéllos que han sabido caminar de continuo adelante en la escuela del amor divino» (7-9-1915.11,489). «Hacéis muy bien en suspirar y rogar incesantemente al Señor que siempre acreciente en vos el amor divino. En el amor divino nunca se puede decir bas– ta (3 i- l0-1915, 111,104). «Quiera Dios conservaros en el camino del amor santo y daros la alegría de haceros avanzar siempre en este camino» (11-12-1916, lll, 548).