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4.. LA CORAZA DE LA CARIDAD 47 a. - «¿Qué es este amor?» El mismo P. Pío se propuso la pregunta y se dio la respuesta. Recordemos algunas de sus ideas contenidas en el epistolario. La caridad no es una realidad estática, sino dinámica. Como el amor natural también el sobrenatural e infuso se revela y manifiesta en el alma como una tendencia y un movimiento de la voluntad y del corazón hacia el bien conocido, y en este caso hacia el Sumo Bien percibido a la luz de la fe y de la revelación. Corresponde al alma intensificar cada vez más en una activa colaboración con la gracia esta tensión en su dimensión vertical hacia Dios y en la di– mensión horizontal hacia los hermanos de destierro. Es ésta una idea que repite con alguna frecuencia, aunque con diversas fórmulas, en el epistolario. - «En todas las cosas naturales, su primer movimiento, su primera inclinación su primer ímpetu es una tendencia hacia su centro. Es una ley física. De mane– ra parecida ocurre lo mismo en las cosas sobrenaturales: el primer movimiento de nuestro corazón es el de tender hacia Dios, que no significa otra cosa que amar su propio bien. Con razón la caridad es presentada en la sagrada Escritu– ra como vínculo de perfección» (23-10-1914, 11,200). Esta tendencia o movimiento de la caridad infusa tiene dos manifestaciones como contradictorias, que el P. Pío explica con estas expresiones: «¿Por qué dudar del Amor si tan íntimamente te posee y hiere?(...) Aleja de una vez la perplejidad y las ansias y goza en paz las dulcísimas penas del Amado. La atracción es de la patria, el rechazo del destierro. Una y otro que– ridos por Dios, y por tanto en ello no hay nada malo, todo es bien, porque la una y el otro tienen la misma causa: el amor. Dios atrae al alma, que es suya y de la que tiene posesión; la rechaza porque todavía está en condición de pere– grina. ¿Quién puede vivir, si dura la atracción?» (13-12-1918, m, 345; 5-12- 1918, m, 761; 11-112-1918, m, 880). Ni la fuerza de esta tendencia, ni su eficacia se miden por los efectos que el alma puede experimentar, como serían cierto gusto y dulzura sensible y una serena tranquilidad; más bien la medida sería la plena y total entrega al servicio de Dios y a su glorificación. Lea– mos la siguiente página, en la cual, respondiendo a una pregunta precisa sobre la naturaleza y las manifestaciones del amor, se nos dan los elementos constitutivos de la verdadera caridad y también
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