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4. - LA CORAZA DE LA CARIDAD ( l Tes. 5, 8) Para el P. Pío era como una necesidad hablar y escribir de la caridad. Esta virtud teologal era el centro de su vida interior y llegó a ser también el centro de convergencia de sus esfuerzos y de sus enseñanzas en orden a guiar a las almas por las rutas luminosas de la perfección cristiana. Es una de las ideas clave de su magisterio en la dirección de las almas, y es en él algo obsesionante. En verdad quien ama a Dios, arde por hacerlo amar, y por enseñar a amarlo. El P. Pío era una de esas almas privilegiadas, convencido de que en el camino de la santidad lo que no es amor o conduce al amor, es perder el tiempo, o una ilusión. Por ello impulsaba a las almas confiadas a su dirección a recorrer generosa y alegremente la ruta del amor y a intercambiar con su correspondencia el amor de Dios que primera– mente les había amado. Como se podrá observar en los textos seleccionados, en sus car– tas expone una doctrina teológicamente bien fundada y ascética– mente muy práctica y eficaz y lo hace mediante una rica y variada gama de expresiones adaptadas a las necesidades y a la capacidad de cada una de las almas. Por otra parte conviene advertir que considera siempre esta doctrina fundamental en los diversos aspectos de una óptica sobrenatural y de fe, pero sin marginar o excluir sus aspectos naturales y humanos, derivados del estado del sujeto llamado a reali– zarla en la vida práctica o en los diversos estadios del itinerario espi– ritual. En este capítulo se exponen sistemáticamente algunas de sus enseñanzas más significativas e interesantes acerca de la caridad teo– logal, y concretamente lo que se refiere a la noción de la misma, su excelencia y criterios y signos que la contradistinguen. Como autén– tico maestro de espíritu, el P. Pío quiere que las almas sean cada vez más conscientes de los verdaderos motivos por los que se debe prac– ticar y vivir esta doctrina.
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