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3. - EL YELMO DE LA ESPERANZA 43 También la consideración de la omnipotencia divina ocupa un puesto preeminente en la pedagogía de la esperanza cristiana. El alma no olvida que satanás ha sido derrotado y que el poder de Dios en todo momento desbaratará a los enemigos y a todas las fuerzas adversas que se opongan a la consecución del fin último. Otro válido motivo para mantenernos siempre firmes en la espe– ranza y no dudar por ninguna razón «de la realidad de las cosas esperadas» ( Hb. 11, l) son los méritos de Jesucristo y su presencia en el alma. «Cristo (Jesús) el que murió, mejor aún, el resucitado, es también el que está a la diestra de Dios, el que además aboga en favor nuestro» ( Rom. 8, 34). - «Jesús consuele también vuestro espíritu abatido en el mar tempestuoso; pero no temáis, que no os hundiréis; la navecilla tendrá siempre por piloto a Jesús y por faro a María y por tanto no hay por qué temer» (8-10-1915, H, 509). «Sigamos a Jesús por el camino del dolor, mantengamos siempre fija nues– tra mirada en la Jerusalén celestial y todas las dificultades que obstaculicen nuestro viaje hasta llegar allí, serán superadas felizmente» (14-10-1915, 11, 5 !). «Confiad y esperad en los méritos de Jesús y así también la humilde arcilla se convertirá en oro finísimo. que brillará en el palacio del monarca de los cie– los» (4-8-1915, II, 473). - «¿Quién os ha sostenido hasta ahora en los sufrimientos corporales y espiri– tuales? Ha sido Jesús. El ha estado con vos, él os ha amado. Y continuará siempre con vos y continuará amándoos. Deberá completar la obra comenza– da en vos» (11-4-1915, IH, 148). - «No, no temáis. Camináis por el mar entre los vientos y las olas; pero recor• daos de que estáis con Jesús. ¿Quién puede temer? Pero si el temor os sorpren– de, gritad fuerte: ¡ Señor, sálvame! Él extenderá su mano, agarradla fuerte– mente, y caminad con alegríait (8-3-1918, m, 580). La transitoriedad de los bienes terrenos y contingentes frente a los bienes futuros, a los que aspira la esperanza, es un motivo que impulsa y orienta el ejercicio de esta virtud. Con alguna frecuencia lo recuerda el P. Pío. Todo lo que es contingente y transitorio, aun cuando pueda ser amable, bueno y deseable está expuesto al cam– bio, tiene un término y nunca podrá satisfacer completamente las aspiraciones de felicidad del corazón humano. Breve es el dolor,

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