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40 II. - LAS TRES VIRTUDES TEOLOGALES «Jesús os quiere toda para sí. quiere que pongáis toda vuestra confianza y todo vuestro afecto en él sólo» (14-7-1914. JI. 129).. - «No os abandonéis a vos misma. cuando arrecia la tempestad: poned toda vuestra confianza en el corazón del dulcísimo Jesús» (28-2-1915, 11, 36 l ). - «No os abandonéis a las acometidas de satanás. Vuestra confianza siempre en Dios: con ella siempre adelante. De modo especial debéis demostrarlo en la prueba presente, cuyo final será para gloria de Dios y gran triunfo para vuestra alma» (25-3-1915, il, 375). «Confianza ilimitada en Dios. aun cuando la desventura v las asechazas del enemigo os molesten. Quien en Dios se abandona, y en é(confía nunca será confundido» (30-3-1915, 11,383). - « Mientras tanto, no desconfiad de la divina providencia. confiad en Dios: abandonaos en él; dejadle el cuidado total de vos misma y estad tranquila que no seréis confundida( ... ). Confianza, por tanto. vuelvo a inculcaros, que nada puede temer un alma que confía en el Señor y en él pone su propia esperanza» (10-4-1915, 11. 394). «No os acobardéis, rogad con humildad y acordaos de la serenidad después de la lluvia, después de las tinieblas, la luz, después de la tempestad y de la tor– menta, la calma. La ayuda piadosa del amor paternal de nuestro Dios y los grandes dones de su divina majestad rodearán ciertamente de gloria la con– fianza de los que perseveran¡¡ (31-10-19 l5. 111, 106). - «Es preciso todavía tener una gran confianza en la divina providencia para poder practicar la santa simplicidad(. ..). Pues bien, hagamos igualmente noso– tros la provisión de maná para un solo día. y no dudemos de que Dios pro– veerá para mañana y también para todos los días de nuestra peregrinación» (3- 3-1917, 111. 684). - «En medio de las tribulaciones. que pueden afligiros: poned toda solicitud en nuestro Bien, sabiendo que él cuida de nosotros más que una madre de su hijo» (26-11-1914, 11,246). Otro elemento importante, el factor personal, el esfuerzo de cooperación en el uso de los medios desproporcionados. La espe– ranza no es una virtud estática, pasiva, sino activa y dinámica. Com– porta un dinamismo de fecunda actividad santificadora; impulsa, es verdad, a confiar siempre en el auxilio divino, pero sin descuidar ni minusvalorar la aportación humana. Mientras la visión del sumo Bien estimula a desearlo, multiplica las energías e invita al valor y a
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