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38 !l.· LAS TRES VIRTUDES TEOLOGALES debe formarse un juicio tal de las cosas de aquí abajo, que pueda hacer estimar y apreciar sólo aquello que ayude al conseguimiento de los bienes eternos, y a tener por viles aquellas cosas que no ayuden a tal fin» (16-11-1914, II, 229). Es imposible el reseñar todas las expresiones, de que se sirve para impulsar a las almas a esperar y a poner siempre su confianza en Dios en su ayuda. Entre las más expresivas seleccionaremos algu– nas: - «Dejadlo andar una vez a ese triste cosaco: abrid más bien vuestro corazón lleno de una santa e iluminada confianza en Jesús(...). Y no te abandones nun– ca a ti misma; pon toda tu confianza sólo en Dios, espera de él toda fuerza y no desees demasiado ser liberada del estado presente» (29-3-1914, II, 61, 64). - «Abrid el corazón a este médico celestial de las almas y abándonaos con plena confianza en sus santísimos brazos» (29-5-1914, n, 88). - «Armaos con la bella virtud de la confianza en el Señor y atended a las segu– ridades que os he dado de parte de Dios» (23-1-1915, II, 305). - «Fuera, pues, los temores de nuestro ánimo; abramos el corazón a la con– fianza, pidamos siempre a Jesús esta paz con un beso de su boca divina» (7-9- 1915, H, 493). - «Tened siempre levantado vuestro espíritu; vuestro corazón siempre vuelto hacia allá, hacia la patria celestial, y no apartéis de allí vuestra mirada sino para mirar dónde colocar el pie, a fin de no dar un paso en falso y para daros cuenta del camino que todavía hay que recorrer hasta llegar a Jesús» ( 15-3- 1915, m, 66). - «Es preciso, pues, afianzarse en una esperanza. Ascendamos, ascendamos, sin cansamos jamás, a la celeste visión del Salvador, alejémonos poco a poco de los afectos terrenos, despojémonos del hombre viejo y aspiremos a la felici– dad, que nos está preparada» (31-10-1916, III, 406). «Ahora, ya que todos los hombres nos han abandonado a nosotros mismos, tenemos más motivo para esperar sólo en Dios y en la hermosa Virgen de Pompei» (24-8-1917, m, 599). - «Vivid tranquila siempre por lo que se refiere a vuestro espíritu, porque Jesús reina en vos, como rey absoluto. Tened siempre presente esta tan elo• cuente lección, que merece muy bien ser comprendida: se nos ha dado la vida actual para conquistar la eterna; y por falta de esta reflexión ponemos nues– tros afectos en lo de este mundo, en el que estamos de paso; y cuando hay que dejarlo, nos asustamos y turbamos.

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