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28 11. - LAS TRES VIRTUDES TEOLOGALES za la estima que de ellas tenía y la insistencia con que exhortaba a almas a hacer uso de estas facultades sobrenaturales para la unión directa con Dios. En estas enseñanzas se trasluce la doctrina clásica del doctor místico S. Juan de la Cruz: «Constituyen una dis– posición óptima para que el alma se una con Dios según sus tres potencias, entendimiento, memoria y voluntad». La fe, en efecto, oscurece y vacía el entendimiento de toda noción natural, dispo– niéndolo así a unirse con la Sabiduría divina. La esperanza vacía y aleja la memoria de toda posesión de la criatura, por que, como afir– ma S. Pablo, «tiene por objeto lo que se posee» { Rm. 8, 24); por tan– to la desprende de cuanto puede poseer y la sitúa en lo que espera. Por ello la esperanza prepara la memoria para la unión con Dios. De igual manera la caridad vacía y aniquila los afectos y apetitos de la voluntad respecto a cualquier cosa (que no sea Dios) y la inclina sólo a Él. Así esa virtud dispone esta potencia y la une con Dios mediante el amor. Por consiguiente como estas virtudes tienen la finalidad de desprender el alma de cuanto es inferior a Dios, por lo mismo tratan de unirla a Él. Si no se anda revestidos del hábito de estas tres virtu– des, imposible llegar a la unión perfecta de amor con Dios ( Noche oscura, c. 21, nm, l l-12). El P. Pío se hacía eco de la exhortación de S. Pablo a los Tesalo– nicenses: «Ante Dios nuestro Padre, recordamos la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y la constancia de vuestra esperanza en nuestro Señor Jesucristo» ( 1 Tes. 1, 3). «Os basta el saber que estáis haciendo la voluntad de Dios, por lo mismo os exhorto a acercaros a Él con confianza filial v con amor desinteresado. Él os amó y debéis corresponder del mejor modó' posible a este su amor. Él no desea otra cosa: confiad, orad, esperad y amad siempre» (10-6-1915, 11, 79). - «Quisiera suplicaros en el Señor que depongáis, cuanto os sea posible, todo temor y que tengáis siempre confianza, fe y amor» (20-10-1915, lll, 14. - «Ten en cuenta la garantía de quien habla en nombre de Dios: cree y espera; con la fe y la esperanza te armarás para mantener la lucha en la que te ha empeñado la bondad divina del Padre celestial. Con la fe y la esperanza no te faltará el néctar del amor, que te une siempre al Sumo Bien» (13-6-1918, 111, 323). «Ya que, querida hija mía, no es voluntad de Dios el que de una manera sensible sientas la fe, la esperanza la caridad ni que goces de ellas sino lo
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