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22 L - EL ESPlRITU SANTO ciones al Espíritu Santo, como saludo inicial de sus cartas, escogien– do los títulos específicos y las frases adaptadas a las necesidades del momento y que eran síntesis de un programa de acción en las almas. - «El Espíritu Santo os llene de sus santísimos dones, os santifique, os guíe por los caminos de la eterna salvación y os conforte en vuestras innumerables aflicciones» (31-5-1915, 11, 100). - «La gracia del Divino Espíritu esté siempre en vuestro corazón» (15-6-1914, II, 111). - «La gracia y la paz del Espíritu Santo estén siempre en vuestro corazón» (24-3-1918, III, 427). - «La gracia del Divino Espíritu esté siempre en vuestro corazón» (8-10-1915, 11. 509). - «El buen deseo de llegar a la perfección de la vida cristiana; deseo que tú debes amar y alimentar en tu corazón, como obra del Espíritu Santo y una lla– ma de su fuego divino» (27-1-1918, lll, 704; cf. 16-1-1918, Ill. 836). 2. - DONES, FRUTOS, CARISMAS La vida sobrenatural inserta en Dios con la gracia y las virtudes infusas, necesita de los hábitos sobrenaturales, los dones, que hagan más expeditos, fáciles y perfectos los actos correspondientes a cada una de esas virtudes. Y porque estos dones proceden del Espíritu Santo, el alma debe pedirlos: - «El Espíritu Santo os llene de sus santísimos dones» (3I-5-1914, II. 100). - «El Espíritu Santo llene vuestro espíritu de sus santísimos dones y os haga santa» (10-4-1915, II, 393), «y os haga digna del banquete celeste» (23-5-1915, II,429). Teniendo en cuenta las necesidades de las almas, el P. Pío insiste a veces en dones determinados; esto no obstante todas tienen una gran necesidad de un conocimiento cada vez mayor de los designios divinos en relación con ellas mismas y de afianzarse en el arduo esfuerzo de avanzar por el difícil camino de la perfección. Por ello con frecuencia presenta al Espíritu como fuente de luz y de fuerza

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