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98 ll. - ESPIRITUALIDAD MARIANA apóstol predilecto. Y sin más alza delante de tu mente tres cruces, y ahora ponte al pie de la del Hijo, luego junto a aquella de tu guía, y después junto a la del discípulo amado. En todas partes sserás bien recibida y acogida, junto a los otros amantes del Crucificado» (16-8-1917, m, 287). No sólo exhortaba a las hijas espirituales a reproducir en sí las actitudes de la Madre dolorosa; a las veces les dictaba oraciones para implorar esta gracia. «Te envío esta viva expresión de mi corazón, que sea bendita por el gran san Pablo: ¡ Oh Señor! por la tristeza incomparable y por la gran desolación que pasó tu corazón en el monte de los Olivos y en la Cruz, y por la gran aflic– ción que sufrió tu querida Madre, mientras estuvo privada de tu presencia, sé la alegría, o por lo menos la fortaleza, para esta hija, cuando la cruz y la pasión están del todo unidas con tu alma» (27-7-1918, III, 332).

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