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94 II.. ESPIRITUALIDAD MARIANA Con frecuencia la Virgen santa es recordada con el título de Inmaculada, tan entrañable en la espiritualidad franciscana. Ya el título evoca su amor a la pureza y la práctica diligentísima de la mis– ma. Quería que esta hermosa virtud resplandeciese sin sombras y sin manchas en sus hijas espirituales. El recuerdo de la Inmaculada debía ser como un antídoto contra el espíritu impuro. «Me extraña el retraso con que llega vuestra tan deseada carta: en ello se advierte la metedura de pata de satanás, que hubiera querido desviar esta vuestra carta; pero viva siempre la Inmaculada Virgen María que no lo ha per– mitido y confío que nunca lo permitirá. Es ésta otra gran derrota para aquel feo cosaco» (12-12-1914, H, 261). El 7 de diciembre de 1914 le había escrito una hija espiritual: «Mañana, la gran fiesta de nuestra bella Madre Inmaculada; os rue– go pongáis en sus inmaculadas manos mi pobre lirio». Y el 12 del mismo mes respondía el P. Pío: «La Virgen Inmaculada ha agradecido ya vuestra florecilla ofrecida por mis manos. La ha encontrado esta nuestra buena Madre un poquito marchita y esto a causa del rocío un poco frlo que ha caldo sobre ella; pero es un defec– to leve. Vos podéis hacer que le vuelva su plena vitalidad con el calor de la caridad» (12-12-1914, 11,265). El grito de « Viva María Inmaculada» le sirve como consigna y palabra de orden para desenmascarar al tentador que quisiera trans: formarse en ángel de luz para engañar a las almas. «Cuando os ocurra escuchar voces sin poder distinguir si proceden de un espíritu bueno o malo, volveos humildemente a Jesús y decidle: «Si tú eres Jesús, manifiéstate a quien tú me has designado como director», y obligadle a repetir: «¡ Viva Jesús!, ¡ viva la Inmaculada siempre Virgen María!» Si no quie– re repetir, escupidle a la cara, y decidle a Jesús que lo mande al infierno» (6-2- 1915, III, 57). «Cuando el Señor quiere hablaros de tal manera... antes de escuchar sus palabras, obligadle, cualquiera que sea el que quiere hablaros, a que repita con vos: ¡Viva Jesús! ¡Viva Maria Inmaculada! Si se resisten en hacerlo, no les escuchéis; despreciadlos y rehusad sus palabras» (6-8-1915, III, 93). El P. Pío de modo especial quiere que sus hijas espirituales ten– gan presente la humildad de la Virgen María, a fin de que se esfuer– cen por imitarla en la práctica de esta virtud fundamental. Así lo dan

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