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80 I. - ESPIRITUALIDAD CRISTOCENTRICA es muy eficaz para avanzar ampliamente en el camino de la perfec– ción. Se daba perfecta cuenta de que no siempre era fácil o posible comulgar con frecuencia y menos todavía hacerlo diariamente; pero no toleraba la indiferencia o la incertidumbre acerca de su validez. «No os oculto que siento constantemente una angustia en el corazón por vuestra hermana que tan raramente se acerca a recibir a Jesús. Esta conducta parece más bien indiferencia, si es que no se la quiere llamar, permitidme la expresión un poco fuerte, desprecio, más que amor a Jesús. ¡Oh! si los hom– bres supieran apreciar este don, ciertamente no serla tan escaso el número de los que comulgan! Los tiempos actuales son muy tristes, pero ¿qué hacer? Desventurados tiempos en los que estamos abatidos!» (25-4-1914, II, 79). Este juicio acerca de aquella que raramente se acercaba a bir a Jesús», no agradó a la hija espiritual a quien la carta iba dirigi– da; pero el P. Pío, sin retractar nada de lo que anteriormente había escrito, reafirma su punto de vista: «Con excesivo rigor habéis interpretado el sentido de lo que os escribí res– pecto al caso de vuestra hermana. Nunca he puesto en duda el que su alma sea acepta al Señor; sólo os decía que no me parecía bien su conducta la mesa eucarística. En estos tiempos tan tristes, en los que tantas almas tatan de Dios, no sé convencerme de cómo se pueda vivir la verdadera sin el alimento de los fuertes. En estos tiempos, en los que estamos rodeados cons– tantemente de gentes que tienen en el corazón odio a Dios y la blasfemia siem– pre en sus labios, el medio seguro para poder uno mantenerse libre de la pestí– fera enfermedad que nos rodea, es de fortalecernos con el alimento eucarísti– co. Entonces el mantenerse exento de culpa y el progresar en el camino de la perfección no lo podrá alcanzar quien vive durante muchos meses sin nutrirse de la carne del Cordero divino. Yo no sé lo que otros piensan acerca de esto. Yo mantengo siempre que, teniendo en cuenta las circunstancias en que vivimos, es ilusorio el intentar convencerse de que puede dar un paso en el camino de la perfección quien se limita a comulgar una o dos veces al año» (19-5-1914, II, 92). b. - La comunión frecuente El P. Pío fue un verdadero apóstol de la comunión frecuente, más bien diaria. A las almas les da a conocer sus ventajas; desmonta los falsos pretextos y las supuestas dificultades físicas y morales que pueden impedirla. De modo positivo expone con claridad y decisión las condiciones necesarias para recibirla con fruto. Ninguno debe

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