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5. • LA SANTISIMA EUCARISTIA No debe extrañarnos que la dimensión eucarística ocupe un pri– mer plano en la piedad cristocéntrica enseñada y cultivada por el P. Pío. Eran clarísimas sus ideas respecto a la profundidad de este misterio de amor y a su eficacia en la santificación de las almas. La comunión sacramental, a ser posible diaria, debe proyectar su influ– jo benéfico en todos los otros medios de devoción y crear un clima sobrenatural en el cumplimiento de las obligaciones del propio esta– do. a. - El gran medio El P. Pío está plenamente convencido de que la santa comunión es «gran medio» para progresar más en el camino de la perfección y alcanzar la santidad, a la cual todo cristiano es llamado por Dios. «Yo pienso que la santísima eucaristía es el gran medio para aspirar a la san– ta perfección; pero es preciso recibirla con el deseo y con el compromiso de eliminar del corazón todo lo que desagrada a quien queremos recibir» (27-7- 1917, m, 2&2). «Acerquémonos a recibir el pan de los ángeles con una gran fe y con una gran llama de amor, y esperemos además de este dulcísimo Amante de nues– tras 'álmas ser consolados en esta vida con el beso de su boca» (7-9-1915, II, 490), -· «Si nos sobreviene alguna languidez de espíritu, corramos a los pies de Jesús en el sacramento y pongámonos entre los celestes perfumes y seremos induda– blemente revigorizados» (30-7-1917, m, 502). Admite de buen grado que no todos los maestros de espíritu están de acuerdo en la valoración de la eficacia de ciertas prácticas de piedad; pero para él está fuera de duda que la santísima eucaristía

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