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4. - EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS el amor del Sagrado Corazón y estimulaba a entregarse a Él reserva, con plena y total dependencia de sus amorosos designios. 77 - «Mientras tanto no perdáis el ánimo. Jesús está siempre a vuestro lado: combatirá siempre con vos y el enemigo como derrotado. Aba– donaos plenamente en el Corazón divino de Jesús, como un hijo en los brazos de su madre» (6-2-1915, III. 55). - «No te abandones jamás a ti misma cuando arrecien las ternp1:st¡1de:s: toda tu confianza en el Corazón dulcísimo de Jesús, que no es es también tu Jesús» (28-2-1915, II, 361). - «Templa el temor con la más grande e ilimitada confianza en Jesús, de quien sólo debes esperar frutos de bendición para ti. Después del abandono y de la entrega de ti misma a Jesús, ten siempre presente que ya no eres tuya sino de Jesús; y El te alentará y ayudará. Renueva con frecuencia tu entrega y, como verdadero anillo de tu sacratísimo Corazón, depende de sus insinuacio– nes de sus deseos, que se manifestará en tu corazón. Y éste debe ser el verda– dero espíritu de las esposas de Jesús, Estáte tranquila y no temas el rugir de satanás, porque Jesús te infundirá siempre tanto valor que lo vencerás siem– pre» (l 0..3-1923, m, 457). Es obvio que esta confianza se manifestaba en el coloquio filial con el Señor. El convencimiento de ser escuchados en la petición de gracias espirituales les impulsaba a hacer «violencia al Corazón de Jesús», con la certeza moral de que no resistiría a estas oraciones. Él daba ejemplo. - «Pero estoy a punto de suplicarte que insistas con más oportunidad al divino Corazón» (30..8-1918, III, 208). - «Ruega al divino Corazón por mí, con más insistencia» (30..3-1917, I!l, 272). - «Tened buen ánimo, abandonaos al Corazón divino de Jesús y dejadle todo vuestro cuidado» (29-1-1915, III, 49). Con frecuencia manifiesta el deseo de que se ruegue conjunta– mente a los Corazones de Jesús y de María, reconociendo la partici– pación de la Madre del cielo en presentar nuestras súplicas a su divi– no Hijo. - «No te canses de violentar e importunar al Corazón de Jesús y al de su Madre y la nuestra» (lII, 642). - «No cesar nunca de importunar a los divinos Corazones de Jesús y de María» (4-9-1922, III, 902; 5-7-1921, III, 1058).

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