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tmctíva confianza en el hombre. Todos los días debe– ríamos reavivar en nosotros tanto la invitación, humilde y gozosa, de la gracia reconciliadora de Dios como el sen– tido de nuestra deuda para con El, que nos ha ofrecido, 'de una vez para siempre', y continuamente nos vuelve a ofrecer con inmutable bondad, un perdón al que no ten– dríamos derecho, que nos restablece en la paz con El y con nosotros mismos, infundiéndonos una nueva alegría de vivir» 11 . Naturalmente, para «sintonizar» con Dios es necesario limpiar los ojos de las escamas de la sensualidad. Es necesa– rio «neutralizar» los ruidos mundanales que, con su estré– pito, interfieren la onda de Dios; limpiar el pensamiento de imágenes e ideas que perturban al hombre y le impiden la concentración y el ensimismamiento en el pensar y en el querer de Cristo. Hay que limpiar el corazón, arrancando de cuajo todo lo que impide que Cristo sea su dueño abso– luto. Es decir, hay que aborrecer el pecado hasta preferir morir a pecar. Habrá que recordar de nuevo que, para lle– gar a esta madurez espiritual, es imprescindible la ayuda efi– caz de lo alto: «Esta maduración presupone el alejamiento del mal, la ruptura con el pecado, la extirpación de las malas dis– posiciones, la lucha, a veces dura, con las ocasiones de pecado, la superación de las pasiones: todo el gran tra– bajo interior, gracias al cual el hombre se aleja de todo lo que en él se opone a Dios y a su voluntad, y se acerca a la santidad cuya plenitud es Dios mismo. La conversión es, pues, un movimiento bipolar: el hombre se aparta del mal para orientarse hacia Dios. Y precisamente por esto, en el camino de la conversión, se encuentra la vocación. Efectivamente, en la medida en que el hombre se dirige hacia Dios, encuentra la función que Dios le asigna en la vida. Esto se puede expresar to– davía mejor: a medida que el hombre se dirige hada Dios, descubre que su vida es una misión que Dios le ha asignado. Y la aceptación de esta misión significa una prueba de amor a Dios y a los hombres. As~ el hombre 'se convierte' de modo nuevo en el que 'es'» L_ " El mensaje de San Francisco. Al pueblo de Asís (12/III/1982), p.108. 12 Dios llama a cada persona. Homilía en la parroquia romana de Santa Teresa de Jesús (24/I/1982), p.32. 94

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