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sacerdotes cada vez más santos. En la voragme de los sucesos humanos en que cada uno está llamado a amar a su hermanos y mejorar el mundo, la 'santidad' es de modo particular el proyecto divino sobre vuestra vida» 2 • ¡Atención al texto! Lo que llama el Papa una reflexión breve es, en rigor, una meditación densa, de profundísimo calado psicológico, que sacude las profundidades de la existencia sacerdotal. Dios tiene una idea absolutamente clara de mí que se traduce en un proyecto personal irrepetible e intransferible. Y este pensamiento de amor espera una respuesta personal e inaplazable mediante la encarnación en mi vida. Dios ve con total claridad lo que yo tengo que ser, siguiendo con fi– delidad las líneas maestras de su proyecto. Es un proyecto «bastante misterioso» que se va descu– briendo de un modo progresivo dejándose llevar por Dios con la docilidad y el candor del niño que camina orgulloso de la mano de su padre. Hay que confiar plenamente en la iniciativa de Dios y en las razones de Dios, que rebasan la capacidad del hombre y que resultan con frecuencia inasi– bles e incomprensibles. Hay que dar un «sí» sin condiciones a los planes de Dios y aceptar desde la fe las zonas de mis– terio, la estrategia original y desconcertante del buen Dios. Hay que firmar y rubricar con la propia sangre, en un voto de total confianza y entrega, el proyecto de Dios antes de conocer su contenido ... Es un proyecto que hay que ir descubriendo con aten– ción inteligente, llevando bien abiertos los ojos de la fe para aceptar de Dios, corno venidos de su mano, todos los acon– tecimientos que van engrosando la historia personal a través del tiempo. El proyecto divino «choca a veces con nuestras ópticas y nuestros planes». ¡Qué profundidad y veracidad en el diag– nóstico de Juan Pablo! El sacerdote, aun el honrado y fer– voroso, es un hombre que mantiene sus raíces innumerables en el instinto y pone defensas en torno al propio yo. Tiende a planificar su vida y su actividad con criterios que le vienen dados por el ambiente, la cultura, el aprendizaje, los juicios de valor de su entorno histórico. Y es muy fácil que, con la 2 Vocación divina. Homilía a los seminaristas del Almo Colegio Caprá– nica (20/I/1982), p.28. 73
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