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«Jesús nos identifica de tal modo consigo en el ejerci– cio de los poderes que nos confirió, que nuestra persona– lidad es como si desapareciese delante de ]a suya, ya que es El quien actúa por medio de nosotros» '. En su carta del Jueves Santo, escribe el Papa en forma de oración sobre el sacerdocio como un «nacimiento» del cuerpo y de la sangre del Redentor y afirma: «Este dato primordial, que funda nuestra identidad, invita y estimula a todo bautizado que haya acogido la llamada al sacerdocio ministerial a conformarse, o mejor, a uniformarse cada vez más con Cristo, único y eterno Sacerdote, y a encontrar sólo en esta participación de El la verdadera razón de ser de nuestra propia vida» 8 • El momento culminante de esta identificación es sentirte a ti mismo siendo «otro Cristo» cuando Jesús personalmente dice el misterio, celebra el sacramento, sangra en el sacrifi– cio por todos los manantiales de su costado. Es el propio Jesús el que perdona, el que bautiza, el que consagra la Eu– caristía. Y «es el propio Cristo quien cuida a los enfermos, a los niños y a los pecadores, cuando les envuelve el amor y la solicitud pastoral de los ministros sagrados» 9 . ¡Es para estremecerse por la responsabilidad y por el gozo! 7 Ibid. 8 Consejos a los sacerdotes (30/IV/1982) p.162. El sacerdote, ministro de los dones de Dios. A los sacerdotes de la Iglesia con motivo del Jueves Santo (25/III/1982), p.122-124. 9 En el estadio de Maracaná p.254. 70

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