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santa, que ha de brillar ante el mundo como una antorcha. El testigo no es, por tanto, el simple espectador que presen– cia un acontecimiento «desde fuera». El «testigo de Jesús» es quien participa activamente en el suceso, lo vive experi– mentalmente, lo encarna y los transmite en sus palabras y con la vida. Ser «hombre de Dios» significa también ser bueno a carta cabal. Lo que se contiene en la bella expresión popular como: «es una bellísima persona». Porque es de Dios, el sacerdote debe ser un hombre de gran personalidad humana: de buenos sentimientos, de buen carácter, veraz, desinteresado, integra– dor, comprensivo, abierto y de una honradez intachable. El discípulo del Hombre-Dios debe ser todo un hombre, con pa– labra de honor y una fidelidad inquebrantable a sus compro– misos. Debe ser modelo de lealtad a Cristo y a sus hermanos los hombres. El hombre de Dios está siempre «cercano» al corazón de los hombres. Esta cercanía física y afectiva le hace comprensivo con su fragilidad y con sus problemas, paciente con sus defectos, solidario de sus penas y afanes. El sacerdote es un hombre escogido de entre los hombres y «constituido» a favor de los hombres en lo que mira a los intereses de Dios. Cuando vive su vocación con alegría y desprendimiento, con convic– ción y cordialidad, con corazón y belleza, sintoniza con el pueblo y el pueblo con él. Y la gente sencilla, que tiene un sexto sentido para captar la autenticidad y para «fichar» a las personas, exclama a su paso: «Es un hombre de Dios». «Es un santo». <<Solamente verle inspira confianza». Por eso Juan Pablo II pide a San Francico de Asís que nos dé a todos los sacerdotes un corazón «cercano» a los hombres de nuestro tiempo para «acercar a Cristo al mundo y a los problemas de hoy, y para darles, desde Cristo, una solución inspirada en el Evangelio». En definitiva, el don del sacerdocio es un don <<para» el pueblo de Dios: 64 «Este don del sacerdocio, no os olvidéis nunca de ello, es un prodigio que fue realizado en vosotros, pero no para vosotros. Lo fue para la Iglesia, lo que quiere de-
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