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día y ora para adquirir la sabiduría «cnstlana», que se orienta, más que a conocer, a vivir y a enseñar a vivir el Evangelio, en toda su comprometedora integridad y con todas sus consecuencias. Concluye Juan Pablo II: «Por tanto, es necesario 'aplicarse a la lección' (1 Tim 4,13), reforzando el conocimiento de las Escrituras que pueden 'instruir en orden a la salud por la fe en Jesucris– to' (2 Tim 3,15), y pro¡;lamar luego con fidelidad cuanto aquéllas proponen, sin limitar el anuncio a lo que es agradable a nuestro corazón, demasiado 'endurecido' acaso todavía, o a lo que se piensa encontrará aplauso o, por lo menos, acogida benévola en el ambiente. Porque también hoy como ayer y como siempre sigue siendo ver– dad que el Evangelio de la cruz es 'escándalo para los ju– díos, locura para los gentiles, mas para los llamados ... poder y sabiduría de Dios» 4 • e) Hay que formar a los futuros sacerdotes con un sen– tido hondo de la Iglesia. Con un amor entrañable, que es veneración, adhesión cordial y ternura a la Iglesia «institu– cional», nuestra Santa Madre la Iglesia, tal como la proyectó y la fundó el divino Maestro. Con un amor entra– ñable, entusiasta y contagioso al Papa, que es el Cristo bueno en la tierra. La llamada misteriosa va cobrando volu– men y perfil en la Iglesia, que le da el espaldarazo de su de– finitiva concreción y de su compromiso oficial. La Iglesia es quien garantiza autorizadamente la autenticidad de su voca– ción. Este sentido de Iglesia se manifiesta en un amor apasio– nado, en una fidelidad robusta e inquebrantable a la doc– trina y a la praxis eclesial. Sentir con la Iglesia es amarla más que a uno mismo, aceptar con amorosa docilidad sus enseñanzas y sus directrices, quemar la vida en servirla como ella quiere ser servida. Sentir con la Iglesia es aceptar y transmitir el Depósito revelado, la Tradición y el Magiste– rio en toda su integridad y con todas sus exigencias. Sentir con la Iglesia es esforzarse por vivir el sacerdocio en una plena identificación con Cristo, como santidad, como servi– cio, como entrega total. 4 Ibid. 58

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