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«Todo sacerdote advierte que puede iluminar a los que están en tinieblas únicamente en la medida en que él mismo ha aceptado la luz del Maestro, Jesucristo. Sin em– bargo, se halla rodeado de peligrosa oscuridad y ya no es capaz de iluminar a otros cuando se aparta del único ma– nantial de toda _luz verdadera. Por tanto, mis queridos hijos, tenéis que permanecer siempre unidos a Cristo Sacer– dote, escuchando asiduamente su palabra, celebrando sus misterios en la Eucaristía y mediante una profunda y cons– tante amistad con El. La gente reconocerá vuestra comu– nión con Cristo en vuestra capacidad de ser luz verdadera para un mundo que con demasiada frecuencia se siente todo él en tinieblas» 7 • Y concreta aún más la idea en el problema existencial de la fe: «No es necesario afirmar que seréis mejores educa– dores en la fe en la medida que vosotros mismos poseáis una fe profundamente arraigada, madura, valiente y con– tagiosa... Tenéis que ser discípulos con una fe probada y madura, firmemente anclados en la palabra del Maestro y dispuestos para la lucha» 8 • La vocación indica un «amor preferencial y consagrante» de Dios, que no abandona a quienes se dirigen a El con plena confianza. Pero este amor debe ser un testimonio creí– ble para el Pueblo de Dios: «Sin embargo, mientras desarrolláis esta obra de acer– camiento, es necesario que los hombres vean en vosotros los testigos creíbles del Amor divino y de un Reino que, habiéndose iniciado ya aquí abajo, se perfeccionará en la vida eterna» 9 • El sacerdote debe adaptarse cada vez más a la conciencia de su misión: 7 Ibid. 8 Ibid. «Es necesario, ante el don del Señor, tener una clara y arraigada convicción sobre el propio ser de sacerdotes de Cristo, depositarios y administradores de los misterios de Dios, instrumentos de salvación para los hombres. 9 Servicio a Cristo, Maestro, Sacerdote y Rey. En Temí, p.98.81. 49
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