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corporados a su Iglesia. La iniciativa partió del 'amor fontal', Principio sin principio, de quien procede el Espí– ritu Santo por el Hijo; sí, fue iniciativa libérrima del amor de Dios Padre, que quiso derramar y no cesa de derramar su bondad, al habernos creado por su extraor– dinaria y misericordiosa benignidad y, luego, habernos llamado gratuitamente a compartir su vida y su gloria (cf. Ad gentes 2), en esta condición eclesial que es la nuestra. ¡Bendito sea Dios!» 3 La gratuidad de la vocación y la iniciativa por parte de Dios son aspectos fundamentales de la existencia sacerdotal. Lo explica de nuevo el Papa en Nagasaki: «Estas palabras... (Yahveh me ha ungido) son aplica– bles a cualquier sacerdote. Se aplican, pues, a vosotros. Quieren decir que en la raíz de toda vocación sacerdotal no se da una iniciativa humana y personal, con sus inevi– tables limitaciones humanas, sino una iniciativa misteriosa por parte de Dios. Un sacerdote puede decir también que el Señor le ha ungido cuando, en la infancia o en la juventud, su cora– zón respondió a la llamada del Señor: 'Sígueme'. No siempre es fácil precisar este momento e identificar el acontecimiento que dio origen a la llamada: ¿el ejemplo de un sacerdote o de un amigo?; ¿la experiencia de un vacío que únicamente puede llenarse mediante un total servicio de Dios?; ¿un deseo de responder de manera perfecta y eficaz al sufrimiento material, moral o espiri– tual? Pero, en cualquier circunstancia, es Dios quien ha llamado. Le sea posible o no al sacerdote fijar el día en que señaló rumbo a su vida, respondiendo a la sugerencia del Señor -lo que el profeta Jeremías llama la seducción del Señor (cf. Jer 20,7)-, lo cierto es que será cons– ciente de que Dios le ha llamado» 4 • La «llamada» es cosa de Dios, es cuestión «reservada» a Dios, no sólo en su origen, sino en todo el ámbito del ser sacerdotal, de su destino y de toda su actividad. Por ello, sólo desde Dios tiene sentido y sólo desde Dios puede lle- 3 A las personas consagradas a Dios. A los sacerdotes y religiosos (13/V/1982), p.177. 4 Qué significa ser sacerdote de Cristo. Homilía en la ordenación de 15 sacerdotes en Nagasakí (25/II/1981), p.76. 41
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