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os he elegidos a vosotros... » Lo hace personalmente, con una franca invitación que requiere, de suyo, la respuesta in– mediata. Dijo Jesús: «Sígueme». E inmediatamente, al mo– mento, los apóstoles lo dejaron todo -redes, trabajo y fa– milia- para seguirlo. Si se pierde o se difumina la óptica teologal, es imposi– ble captar la fisonomía propia de la vocación. Por encima de todas las circunstancias y los condicionamientos culturales, ambientales y socio-religiosos, debe quedar perfectamente claro que quien llama y toma siempre la iniciativa es Dios. Por eso insiste tanto Juan Pa II. El sacerdote es un esco– gido, un seleccionado, un privilegiado del amor divino. «¿Por quién? Por el Padre. No por los hombres, aun– que 'de entre los hombres', y ciertamente también por obra de varios hombres: vuestros padres, vuestros coetá– neos, vuestros educadores... , en particular quizá por obra de otros sacerdotes: muchos o sólo alguno, mediante quien se os reveló la voluntad divina... Pero, en definitiva, siempre y exclusivamente: por el Padre. El Padre os entrega hoy a Cristo lo mismo que le entregó a aquellos primeros Doce, que estuvieron con El en la hora de la última cena» 1 . La teología de la llamada profundiza en lo más bello y arcano del destino sacerdotal y de su identidad específica: «La historia de nuestro sacerdocio comienza por un llamamiento divino, como sucedió a los apóstoles. Al ele– girlos, es manifiesta la intención de Jesús. Es El quien toma la iniciativa. El mismo lo hará notar: 'No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros' (Jn 15,16). Las sencillas y enternecedoras escenas que nos re– presentan la llamada de cada discípulo revelan la actua– ción precisa de determinadas preferencias (cf. Le 6,13), sobre las cuales es conveniente meditar» 2 • Juan Pablo hace en Fátima las mismas reflexiones bajo la mirada «maternalmente cariñosa de Nuestra Señora»: « ... no fuimos nosotros, ni nuestros padres, quienes to– mamos la iniciativa al elegir ser creados, bautizados e in- 1 Sacerdotes de Cristo y de la Iglesia. Homilía en !a ordenación de 45 sacerdotes (lSNI/1980), p.227. 2 Misa en Maracaná p.254. 40
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