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No obstante ... «Urge decir, mientras tanto, que nada de eso dismi– nuye en modo alguno la importancia y la necesidad del ministerio sacerdotal, ni puede justificar un menor interés por las vocaciones eclesiásticas. Menos aún puede justifi– car el intento de trasladar a la asamblea o a la comuni– dad el poder que Cristo confirió exclusivamente a los mi– nistros sagrados. El papel del sacerdote sigue siendo insustituible. Debemos, ciertamente, solicitar, de todos modos, la colaboración de los laicos. Pero, en la econo– mía de la Redención, existen tareas y funciones --como la ofrenda del sacrificio eucarístico, el perdón de los pe– cados, el oficio del magisterio- que Cristo quiso ligar esencialmente al sacerdocio y en las cuales nadie nos po– drá sustituir sin haber recibido las sagradas órdenes. Sin el ministerio sacerdotal, la vitalidad religiosa corre el riesgo de ver cortadas sus fuentes; la comunidad cris– tiana, de disgregarse, y la Iglesia, de secularizarse» 7 • El Papa insiste en Cebú, Filipinas, sobre la radical dife– rencia entre las funciones del laico y las del ordenado: «Con todo, una actitud que vea oposición o rivalidad entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio de los fieles no logra percibir el designio de Dios al instituir el sacramento de las sagradas órdenes dentro de su Iglesia. La constitución sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano II, enseña claramente que 'aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacer– docio de Cristo' (Lumen gentium 10). En el sacerdocio ministerial de las órdenes sagradas, Dios ha dejado en su Iglesia un signo visible por el cual el diálogo divino que El ha iniciado -la palabra salvífica que invita a una res– puesta de fe- está sacramentalmente y, por lo tanto, efi– cazmente representado. El sacerdocio es, pues, un sacra– mento cuya 'celebración' afecta a la Iglesia entera, y toda la Iglesia -laicos y clérigos igualmente- debe cuidar que tal 'celebración' no sea menoscabada a causa de un celo mal entendido o inadecuado por una multiplicación de ministerios entendidos como una sustitución del sacer– docio ministerial» 8 • 7 Misa en el estadio de Maracaná p.255. 8 Llamados por Dios. A los sacerdotes y seminaristas, en el Auditorio del Sagrado Corazón, Cebú, Filipinas (19/II/1981), p.60. 37
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