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SA OCIO «MINISTERIAL» «Habéis recibido una gracia o carisma (el de la vocación) que os conduce hacia la parti– cipación, por el sacramento del orden, en el ser, en el obrar y estilo de vida de Cristo Sa– cerdote, Buen Pastor, para prolongarlo en la Iglesia y en el mundo. Es una participación de su unción y misión sacerdotal y pastoral». JUAN PABLO II, Mensaje a los seminaristas de Espana, firmado en Valencia. Es un rasgo decisivo en la definición de la identidad sa– cerdotal. El papa Juan Pablo dedica una atención especial, en su Carta... con motivo del Jueves Santo y en los «encuentros» con sus sacerdotes, a precisar en qué consiste el sacerdocio ministerial. Era, ciertamente, preciso salir al paso de deter– minadas teorías ambiguas que se filtraron hasta dentro del mismo clero, creando turbación en los ánimos y un espeso clima de confusión y malestar en el pueblo. Con criterios apresurados, al margen del dogma y del magisterio, se intentó difuminar el sacerdocio jerárquico, ni– velándolo, es decir, rebajándolo a la categoría de sacerdocio «común». Los cristianos son «pueblo sacerdotal», «todos somos sacerdotes» ... , se dijo desde cátedras, revistas, tri– bunas orales. Nada más confuso que la verdad a medias. La verdad <,entera» es que el sacerdocio, del que participamos por me– dio del sacramento del orden, está relacionado explícita– mente con el sacerdocio común de los fieles, es decir, de todos los bautizados, y, al mismo tiempo, se diferencia de éste esencialmente y no sólo en grado. El sacerdote no es un «delegado del pueblo», elegido de– mocráticamente por sufragio popular. No es un «portavoz» parlamentario escogido para defender los «derechos del pue– blo». No es un enlace sindical para las reivindicaciones 2.~Sacerdotes para el m,o 2000 33

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