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tutivos esenciales de la fe cristiana. Ninguna actividad, y mucho menos ningún activismo, puede presumir de ci– mentarse en sí; como ningún árbol puede vivir por pura fuerza endógena, sino que prospera sólo en la medida en que sus raíces ahondan en un terreno rico y fértil, o, como dice el Salmista, está saludablemente 'plantado a la vera del arroyo' (Sal 1,3). Este terreno fértil, esta agua vivi– ficante, es para todos nosotros la constante contemplación del misterio central de la Revelación, objeto de la fe de la . is Hay una clara incompatibilidad, un contrasentido, entre sacerdocio -expresión sustancialmente religiosa y sacra- y «laicización», que es desacralizar. «Estar al día» implica jor– nadas intensivas de estudio, la valoración justa y la rehabili– tación práctica de la oración como medio indispensable para ser hombre de Dios y hombre para los hombres; la adapta– ción inteligente a las diversas circunstancias del hombre his– tórico concreto, de la cultura, del ambiente y de otros fac– tores condicionantes. En plan mundano, «estar al día» es una rebaja que per– mite vivir confortablemente, a lo burgués, difuminando la fi– sonomía sacerdotal en una situación innoble de mediocridad y achatamiento. Es quizá lo que espera el mundo para des– prestigiar y abandonar al sacerdote: «Los que piden la laicización de la vida sacerdotal y aplauden sus diversas manifestaciones, nos abandonarán sin duda cuando sucumbamos a la tentación. Entonces dejaremos de ser necesarios y populares. Nuestra época está caracterizada por varias formas de 'manipulación' e 'instrumentalización' del hombre, pero no podemos ceder a ninguna de ellas. En definitiva, resultará siempre nece– sario a los hombres el sacerdote que es consciente del sentido pleno de su sacerdocio; el sacerdote que cree profundamente, q:;c manifiesta con valentía su fe, que reza con fervor, que enseña con íntima convicción, que sirve, que pone en práctica en su vida el programa de las bienaventuranzas, que sabe amar desinteresadamente, que está cerca de todos, y especialmente de los más nece– sitados» 16 . 1., Consejos a los sacerdotes. Homilía en la celebración eucarística con sacerdotes y religiosos (30/IV/1982), p.162. 16 Carta Novo incipiente n.7 p.133. 27

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