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ante cada acontecimiento de la historia de Jesús v de su propia vida, María renovaba su «sí» en una entrega in– condicional a los «planes de Dios»: «He aquí la esclava del Señor. Hágase en mi según tu palabra» (Le - María está siempre dispuesta a cumplir la voluntad de Dios, con todas las puertas abiertas para recibir al Señor. María sabe que Dios tiene siempre la razón, y su vida tiene pleno sentido haciendo siempre lo que Dios quiere, cuando Dios quiere y como Dios quiere... 15 Este discípulo «pobrecillo» siente con la Iglesia sin nin– gún esfuerzo por razones de inteligencia y de corazón. Acepta gozosamente la gracia de la fe y la llamada de Cristo. Ama con toda el alma al Papa, como quería Fran– cisco de Asís. Pero en este punto «clave» que es María, «sintoniza» con Juan Pablo II en la longitud de onda, en la frecuencia, en la letra, en la música, en los efectos sonoros y en los matices más hondos de la expresien y el senti– miento. La madre lo entiendo todo. La madre lo comprende todo. De acuerdo con la citada canción popular, no sólo en la dimensión del corazón, que hace a la madre irreemplazable en el ámbito del sentimiento v del corazón; no sólo en la di– mensión de la belleza, cuyo 'perfil más puro es la materni– dad, sino también en la dimensión del pensamiento, ya que la madre profundiza con inusitada intensidad en la compren– sión de la vida, en su sentido más cabal y perfecto. La madre lo entiende todo. Sorprende cómo una mujer aldeana puede comprender con tanta hondura las cosas de Dios y las cosas de los hombres. Sorprende igualmente la maestría con que expresa el sentido evangélico de la vida, el dominio de la imagen plástica para interesar la atención del hijo pequeño y meterle en el alma la presencia de Dios, la historia sagrada, la vida de Jesús, la amistad con Dios, la devoción a María... Tiene razón su egregio interlocutor romano, buen papa Juan Pablo. La madre, además de la vida, da todo Jo que constituye el fundamento y la estructura del espíritu. Emociona pensar 15 Homilía en Belén (8/VII/1980). 238

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