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«El hermano Francisco promete obediencia y reveren– cia» al señor papa Honorio, y a sus sucesores y a la Igle– sia romana». Francisco va a Roma para que el Papa apruebe su forma de vida, en conformidad con el santo Evangelio. Francisco va a Roma con sus hermanos para «consul– tar sus experiencias» con la Santa Madre Iglesia. Francisco pide a la Iglesia un cardenal protector que se ocupe de los asuntos de la orden. Francisco se declara amigo -pequeñuelo servidor, dice él- de su obispo Guido, a quien ama de todo cora– zón, y de los sacerdotes, porque «administran espíritu y vida». Y la Iglesia y los obispos de Roma «aprobaron y estimu– laron el nuevo movimiento iniciado por el Pobrecillo. La Iglesia es la que, en definitiva, ha formado la figura inmensa de San Francisco y ha dado al franciscanismo continuidad, permanencia y eficacia. San Francisco es un hombre «todo católico y apostólico», como lo definió uno de sus biógrafos. ¡Qué alto ejemplo de docilidad, de obediencia y de ternura a la Iglesia en un hombre esencialmente carismático como Francisco! Francisco descubre por razones de la intelígencia y del corazón que el Evangelio y Cristo están «en» la Igle– sia. Francisco es, pues, un «hombre de Iglesia». Su gran amor a la Iglesia es un aspecto fundamental de su identidad: «El hijo de Pietro Bernardone fue hombre de Iglesia, se entregó a la Iglesia y por la Iglesia, a la que jamás se– paró de Cristo Señor; comprometió, incluso en el dolor, hasta el más íntimo latido de su alma, confirmado en esto por la invitación del Crucificado en San Damián: 'Ve y repara mi casa'. Este amor caracterizó su vocación de re– formador y, antes aún, la de convertido, de hombre nuevo» 20 • Francisco es temperamentalmente un «pacifista» en el mejor sentido de la expresión. Es un hombre integrador que busca la armonía y la comunión con todos los seres del pla– neta. Por eso, en el tiempo en que proliferan los movi– mientos conflictivos que se enfrentan frontalmente a la Igle- San Francisco, un hombre de la Iglesia. Mensaje por Radio Vaticana, en el 800 aniversario del nacimiento de San Francisco (3/X/1981). 220

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