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En una época de crisis generalizada por las grandes trans– formaciones que ya desde el año mil se habían verificado en las varias naciones de Europa que no podían dejar de interesar a la Iglesia, la decisión bien pensada del Po– brecillo de Asís supuso una aportación determinante en la recuperación religioso-moral tan deseada. E! y sus dis– cípulos trabajaron denodadamente para hacer volver a Cristo a la sociedad, y lo realizaron no en oposición y po– lémica con la autoridad legítima de la Iglesia ( como al– gunas sectas heréticas de su tiempo), sino en obediencia y cumplimiento perfecto de un mandato apostólico» (Re– gula non bullata 17; Regula bullata 9) 17 . Seguir a Cristo. Ser «otro Cristo». Seguir el Evangelio como «forma y vida». Estas son las bases del dinamismo apostólico de Fran– cisco cuando se dedica a predicar a la gente, viviendo entre los campesinos, animando su fe y esperanza, enseñándoles a meter a Dios en su vida. Y esta actitud y este comporta– miento del Pobrecillo son todavía hoy -quizá hoy como nunca- válidos, indispensables y eficaces. Así lo afirma el Papa en un texto luminoso que invita a la reflexión: «Tiempo de crisis también hoy, se dice; tiempo de derrumbamiento de valores y de secularización generalizada. ¿Qué se ha de hacer, pues, para que vuelvan Jesucristo y su Evangelio a los hombres? Al final del siglo pasado, cuando al llegar la primera sociedad industrial se comenza– ron a advertir algunos síntomas de crisis, se dijo que había llegado ya el momento de que los sacerdotes 'salieran de las sacristías' y fueran al encuentro de la gente. ¿Y hoy? Hoy todo parece imponerse con mayor urgencia y halla un signi– ficativo 'precedente' y un modelo emblemático en la con– ducta de San Francisco y de los suyos, que andaban por los caminos del mundo siguiendo el mandato programático de Jesús: 'Id, yo os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias... En cualquier casa que entréis, decid primero: La paz sea con esta casa... ; en cualquier ciudad en la que entrareis y os recibieren... , cu- rad a los enfermos que en ella hubiere y decidles: el Reino de Dios está cerca de vosotros' (Le 10,3-8; 9,1-6; Mt 10,5.9-10; Me 6,7-13)» 18 • 17 Ibid. 18 Ibid. 218

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