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¿Por qué a ti? Juan Pablo II ha captado con especial intensidad la de El Pobrecillo, porque ha profundizado en las raíces múltiples de la psicología de Francisco, como hombre, en la línea del más transparente hu– manismo cristiano, y como santo, en la más ge– nuina y limpia línea del Evangelio. En el esclarecimiento de los «motivos» de esta vigencia fascinante, de su proyección y permanencia a través de los siglos, va implícito el compromiso de imitar sus actitudes, sus gestos y su modo de actuar en el contexto que nos toca aquí y ahora. Por eso la pregunta es «legítima» y obli– gada: qué? Es una pregunta legítima que podemos plantearnos todos, pero sobre todo vosotros que sois con– ciudadanos y paisanos. Y, siendo sacerdotes o, de todos modos, personas consagradas, procuráis descubrir en los repliegues de la respuesta los elementos y aspectos que caracterizan el animus de Francisco, y son en cuanto tales no sólo verdaderos y genuinos, sino también especial– mente válidos e indicativos para vosotros y para las obras del ministerio sagrado» 7 . En rigor, es una pregunta que «destempla» y compro– mete. Pero hay que hacerla con valentía y generosidad para to– mar decisiones comprometedoras para una renovación total en el modo de ser, de actuar y de vivir: «¿Por qué a ti? No es para ponerte a prueba. Es para poner a prueba, mirándome en tu espejo, la autenticidad, la veracidad, la sinceridad de una visión de la vida, de una interpretación del hombre y de una fisonomía hu– mana y espiritual que intenta imitar tu modelo y seguir tus pisadas» «No es una prueba, es una 'recordación'. Para confor– mar la mente e informar hasta los mínimos detalles de la vida en un sentido específicamente franciscano de dispo– nibilidad, de minoridad y de cortesía. Para que el trato con Dios, la convivencia fraterna, la comunicación con los hombres y la actitud ante todos seres de la crea– ción rezume Evangelio y fraternidad» . 7 Personas consagradas... 8 P. CALASANZ. San Francisco, corazón de Evangelio p.14-15. 213