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Integristas y progresistas tienen otro fallo grave: son mentalidades «polémicas», que llevan al en– frentamiento, al antagonismo beligerante, a una toma «radicalizada» de posturas, a una agresividad «provocativa», que crea un clima de desazón y de escándalo. Esta situación de conflicto muchas energías que podrían ser muy útiles para una verdadera renovación; son mentalidades «extremas», que pecan por ex– ceso o por defecto, jugando en la cuerda floja de la timidez o de la arrogancia, de la cobardía o de la temeridad, de la indecisión o del alocamiento, del inmovilismo o del aventurerismo peligroso; son mentalidades de clan 10e:0H)g11:o, que mutilan la verdad por prejuicios de grupo, que desgajan los hechos de su contexto natural, que minusvaloran o desprecian la sabiduría y la experiencia multisecu– lares de la Iglesia. Dan tanto relieve a sus ideas– fuerza particularistas, que dejan en la penumbra contenidos esenciales del mensaje, a los que la Igle– sia no puede renunciar jamás; - son mentalidades carentes de «sentido histórico», por exceso o por defecto. No consideran la «tota– lidad de la historia» ni su «desarrollo legítimo», o no tienen suficientemente en cuenta el «sentido común de los fieles, que se sienten desorien– tados», o desprecian las normas necesarias para su fidelidad, su unidad, su universalidad 5 . La verdadera cuestión de fondo es la aceptación sincera de la auténtica interpretación del Concilio a base de genero– sidad, espíritu de fe y humildad, que «no falta a unos ni a otros». El pasaje de Juan Pablo II es tan luminoso, tan denso, tan comprensivo y tan esclarecedor, que no me resisto a darlo completo: «Nada de extraño el que, en esta etapa 'posconcilíar', se hayan desarrollado también, con bastante intensidad, 5 A la Conferencia episcopal de Francia, en Issy-les-Moulineaux. (1/VI/1980). Cf., además, los textos citados en notas anteriores. Para un análisis más amplio del ideario, de sus programas, de sus conclusiones, cf. P. CALASANZ. Razones para esperar. 204