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ceramente «creíble», de los valores del espíritu. La Iglesia tiene que «emitir» y «sintonizar» por la longitud de onda que escucha el pueblo. Es una exigencia de su dinamismo interior y de su «adecuada» adaptación a los «signos de los tiempos». Integrismo y progresismo son posturas extremas. Presentan un rostro desdibujado por un «desenfoque» en la toma de posiciones. El integrismo «se retrasa», con el grave riesgo de perder el ritmo de la historia, que es dinámica y vi– tal. El progresismo quema etapas de la historia, con peligro inminente de destruir tesoros valiosos de rico contenido ideo– lógico y vital. Ambos extremos son inadmisibles. Porque no se trata de enfrentar, sino de unir y comple– mentar para dar una visión completa --objetiva y enriquece– dora- de las ideas, de las personas y de los hechos. Entre los extremismos excluyentes hay un justo medio, que se afirma en el pasado para conservar y transmitir en toda su integridad el mensaje de la fe, y se proyecta hacia el futuro con un dinamismo lleno de vitalidad y de pujanza. No tie– nen razón ni los nostálgicos que se «inmovilizan» en el pa– sado, ni los aventureros que se lanzan imprudentemente al futuro con prisas alocadas. Cristo es de ayer, de hoy y de siempre. No puede ser capitalizado «en exclusiva» por ningún sis– tema, por ninguna ideología, por ningún grupo, porque los trasciende todos. La Iglesia ha heredado del pasado un patrimonio «irre– nunciable» de riquísimo contenido evangélico. Nos ha trans– mitido en toda su integridad el depósito revelado y una ex– periencia de valor incalculable. La tradición es maestra de la vida. La Iglesia es «experta en humanidad» a través de los siglos. Y quiere seguir siéndolo mediante una adaptación adecuada a los «signos de los tiempos» y a la situación exis– tencial de sus destinatarios. La Iglesia, como Pueblo de Dios, no puede romper jamás con el pasado, con la tradición. Por ningún concepto. En una valoración justa, la obra de la Iglesia a través de la historia se ha enriquecido inten– siva y extensivamente, cuantitativa y cualitativamente, en un servicio ejemplar a la humanidad. ¿Qué otro organismo hu– mano puede presentar una «hoja de servicios» tan brillante 201

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